Cambio climático y vino Uva a uva
Incluso los más escépticos han acabado por reconocer que el calentamiento global es un hecho. Nada parece escaparse a su influencia, ni tampoco el vino. Los recientes congresos en Barcelona y Zaragoza sobre cambio climático y vino muestran la inquietud de los enólogos que hemos visto sus efectos en nuestras viñas. Las uvas alcanzan la concentración de azúcar necesaria mucho antes. Para resolverlo las vendimias se han adelantado: los datos aseguran que cuatro semanas en los últimos años. Pero esto no soluciona el problema de fondo. Las uvas tienen suficiente azúcar, pero carecen del color y la estructura necesarios para elaborar un vino de calidad. La razón es que el metabolismo del azúcar y de los polifenoles, responsables de estas dos características, es diferente. Unos necesitan calor, otros horas de luz. El resultado son vinos alcohólicos, sin suficiente color ni estructura para soportar un largo envejecimiento. Además, la sobremaduración hace que los aromas se degraden y la acidez disminuya lo que aumenta los riesgos microbianos y resta frescor. Las soluciones que se apuntaban en ambos congresos se enfocan en dos direcciones. Por un lado, ¿qué hacer en las zonas tradicionales y más calurosas? La consigna es clara: adaptarse. Por ejemplo, nuestras variedades más populares garnachas, cariñenas o el mismo tempranillo migrarán a zonas donde antes no llegaban a madurar. Pero sobre todo, hay que adaptar la viticultura. La viña sufre más en estas zonas cálidas: el aumento de radiaciones UVA-B dañinas queman la piel de la uva, el reposo invernal se acorta y la sequía hace mella en las vides más jóvenes. La investigación se dirige hacia nuevas técnicas que retrasen la maduración, que favorezcan la conservación de la humedad o que disminuyan los efectos de las cada vez más frecuentes tormentas. Pero, por otro lado, los expertos recomiendan buscar zonas más frescas. Aunque nos suene algo exagerado, para Richard Smart es la oportunidad de los ingleses (donde algún productor de champagne ya ha comprado), pero también de los gallegos y los asturianos. Dentro de las zonas tradicionales saldrán ganando los viñedos situados a mayor altitud. Por ejemplo, hay grandes esperanzas en zonas de nuestra provincia a unos setecientos metros de altitud sobre el nivel del mar donde hasta hace unos años era difícil la maduración. Pero, dejando de lado estas hipotéticas ocasiones de negocio, lo que es claro es que el desafío no es sólo de los enólogos para disminuir los efectos del calentamiento en el vino, sino de todos en frenarlo.