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Un robot submarino cruza el Atlántico

El «Caballero Escarlata» está ya a mitad de camino, tras haber recorrido más de 3.000 kilómetros desde la costa de Estados Unidos, aunque aún le falta el tramo más peligroso hasta llegar a Vigo

HAND COUT

Publicado por
MAR GONZALO | texto
León

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«Este será el viaje más largo y peligroso jamás realizado por un planeador sumergible», aseguró ayer Josh Kohut, uno de los profesores de la Universidad de Rutgers, en Nueva Jersey, impulsor de este viaje que comenzó el pasado 21 de mayo. En colaboración con organismos españoles como Puertos del Estado, la Universidad de Las Palmas y la Marina Mercante, estudiantes de Rutgers han emprendido la aventura de tripular remotamente por el Atlántico este submarino amarillo, que se desplaza como un planeador por las corrientes marinas, con la única energía de sus baterías, y que busca recopilar información sobre el océano. Con un coste de 20.000 dólares donados por la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica, «las baterías podrían durar todo el trayecto, aunque si no es así, pararemos en las Azores para recargarlas y continuar hasta Vigo», explicó el profesor de la Universidad de Rutgers Oscar Schofield, también responsables del proyecto. Aunque el planeador se encuentra ya en el ecuador de su gesta, para lo que ha necesitado dos meses, el tramo más complicado comienza ahora, cuando abandona la cómoda Corriente del Golfo y se adentra en un territorio imprevisible. «Las autoridades españolas nos facilitan datos sobre las corrientes cercanas a la costa, pero esta etapa es realmente complicada: Es como dejar una autopista, para entrar en una zona de carreteras secundarias sin señalizar», apuntó Kohut. En lugar de buscar las corrientes térmicas ascendentes del aire como hacen los planeadores, este submarino toma agua para bajar y la suelta para subir, lo que le ayuda a encontrar las corrientes que le interesan. Hasta ahora el viaje más largo realizado por un planeador sumergible teledirigido fue el que organizó recientemente la Universidad de Washington en la costa de Groenlandia, aunque en aquel caso se trató de 4.000 kilómetros en un recorrido circular. «Pronto superaremos ese récord y además con un trayecto recto que supera los 6.000 kilómetros», adelantó Schofield, quien detalló que el sumergible, de unos 60 kilos, ya ha recorrido más de 3.000 kilómetros. Un regalo El robot, regalo de un ciudadano de Nueva Jersey, transmite por satélite a los estudiantes que trabajan en el Laboratorio de Observación Oceánica Costera de la Universidad los datos recopilados durante el viaje, como temperatura, salinidad y densidad del agua, para lo que ha de salir a la superficie regularmente. Esta estrategia para estudiar los mares «es más económica que otras como la utilización de buques tripulados y permite trabajar en condiciones de tormenta», explicó Schofield, aunque también tiene sus riesgos, como que se le adose una rémora creyendo que el robot es un tiburón, o que alguien lo robe. «Ya nos ha ocurrido en dos ocasiones con otros planeadores: Una vez un pescador australiano se lo llevó a su casa, pero enseguida lo detectamos, gracias al sistema de localización por satélite que lleva incorporado», relató Ken Branson, portavoz de la institución. La universidad estadounidense es pionera en la utilización de estos robots para estudiar los océanos y cuenta con una veintena de aparatos, aunque, según Schofield, sólo el protagonista de esta gesta está equipado con baterías de litio, frente a las alcalinas del resto. «Luego los datos se comparten con la comunidad científica y también los colgamos en nuestra web, donde cada día incluso los marineros entran para conocer las condiciones del mar», apuntó.