El proceso de restauración y limpieza de la basílica

|||| El paso de los años había ido convirtiendo la Real Colegiata de San Isidoro en un templo aviejado, oscuro y ennegrecido. El humo de las velas y la calefacción de carbón habían creado una capa que escondía la belleza oríginal de las piedras. Ya hacía unos años que el abad de San Isidoro, Francisco Rodríguez Llamazares, era consciente de la necesidad urgente de tomar medidas ante el progresivo deterioro del templo, sin embargo, mantener cerrada por un periodo considerable de tiempo (cinco meses) una basílica a la que acuden a diario tantos fieles a oir misa echaba para atrás al abad. Hace cinco años, finalmente, comenzaron los preparativos. Se llevaron a cabo los estudios pertinentes para saber cual sería el proceso adecuado de limpieza y restauración y conocer cuales eran las zonas más afectadas. Se comenzó por la instalación eléctrica y posteriormente se procedió al arreglo de las cubiertas, puesto que existían numerosas goteras y desperfectos que contribuían a la suciedad del templo. El último paso fue la limpieza en sí: el aspirado, la limpieza de paños y la restauración de la piedra. Durante unos días ha estado abierto para contemplar el resultado, pero desde ayer la iglesia recupera su horario normal.