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El comienzo de una nueva era

Cinco lustros han tenido que transcurrir para que instituciones, Cabildo y organizadores hayan llegado a un acuerdo de renovación

Publicado por
MIGUEL Á. NEPOMUCENO | texto
León

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Aunque la noticia nos ha pillado a todos por sorpresa, lo cierto es que hay que celebrarla como se merece y por todo lo alto. El que después de 25 años de Festival Samuel Rubio, su director, pueda anunciar a los medios que un nuevo órgano pronto colgará del primer templo leonés, tras un cuarto de siglo de suspirar por él, es la mejor noticia que se podría ofrecer a lo leoneses para conmemorar estas bodas de plata que el próximo viernes, a las 21 horas, darán comienzo en su sede oficial: la Catedral de León. Fecha clave, sin duda, en el devenir cultural de la ciudad, que marcará el fin de un largo período en la historia de la música en León y el comienzo de una nueva etapa con el, en breve, flamante órgano como protagonista indiscutible de un sin fin de actividades que tendrán a «la Pulchra» como uno de los epicentros musicales de Europa. Dicho esto nada mejor para corroborar nuestro aserto que hacer un sucinto pero puntual recorrido por los 25 festivales acaecidos desde aquella fría noche del primero de Octubre de 1984, cuando un grupo de aficionados a la música se apretaban en torno al maestro Gutiérrez Viejo para escucharle preludiar una fuga bachiana, en el que sería el primer concierto de una ininterrumpida serie de más de setecientos. En el aire las premonitorias palabras que el P. Samuel RubioCalzón, tío y homónimo del actual director del evento, había escrito en las páginas de presentación del primer programa del Festival: «¿Habrá llegado el momento de que, no de un modo esporádico sino permanente, sea nuestra capital foco de cultura y de irradiación musical? Creemos que sí». Han tenido que transcurrir cinco lustros llenos de vicisitudes, alegrías, sinsabores, temores, reconoci­mientos y esperanzas, con la mirada puesta en los plateados tubos, no aptos ya para lo que verdaderamente fueron creados: emitir sonidos afinados para mayor gloria de Dios. 25 años en los que proyectos, reuniones, visitas de expertos organeros y organólogos, especia­listas en acústica, en patrimonio, en estética y un sinfín de materias se sucedían sin cuento buscando un punto de encuentro para comenzar a planificar la construcción del nuevo órgano Y mientras Cabildo, Patrimonio, organizadores y Amigos del Organo se ponían de acuerdo, los años transcurrían y el malherido ins­trumento de medio siglo de vida pugnaba por lanzar sus mejores sonidos, según las manos y las cir­cunstancias de sus tañedores, y en permanecer aferrado a las pétreas columnas mientras asoma sus bocas de noche por encima de la indolente balconada de sus logias, para desesperación de sus detractores. En el principio fue.., Bach Sin embargo, aquella noche del 1 de octubre de 1984, las mentes de todos cuantos se apiñaban alrededor del desafiante órgano tenían un solo interrogante: ¿Por cuánto tiempo continuarán las instituciones, el Cabildo y los leoneses cre­yendo en este proyecto con vocación de iluminar el tercer milenio? Como única respuesta las notas estertóreas del tubular instrumento, arrancadas por los ágiles dedos del creador de «la quimera», Adolfo Gutiérrez Viejo, preludiando con su fuga bachia­na el primer concierto de un Festival que en el lapso de cinco lustros, iba a convertirse en para­digma de eventos similares y en guía de cuantas manifestaciones musicales se celebran en León. Este primer concierto contó además con la intervención de José Ortí Soriano, un trompetista de primerísima línea que acompañó al organista en la Sonata en Re mayor para dicho instrumento y trompeta de Purcell y su homónimo de Albinoni, mientras en los entreactos el alcalde Juan Morano Masa y el P. Samuel Rubio Calzón hacían las presentaciones y saludos de rigor a cuantos reve­rencialmente seguíamos aquel hermoso alum­bramiento. A1 día siguiente, 2 de octubre, se celebró la primera asamblea para la Fundación de la Aso­ ciación de Amigos del Organo en el Conservatorio Provincial de Música. A ella se convocaba «a todo leonés con sensibilidad musical, con inquietud músíco-cultural y con pasión por su Catedral. Tendrá las rentajas- seguía diciendo el comunicado- de estar cons­tantemente informado de todo movimiento concertísti­:o que gire en torno al gran instrumento que se va a erigir en nuestra Catedral (...)». Este primer festival contó con una exposición de foto­grafía sobre los órganos cons­truidos por los maestros orga­neros Blancafort, Graff. Grenzing, Jann, Klais, Mathis y Marcussen y un Comité de asesoramiento para la cons­trucción del gran órgano de la Catedral, con varias ponen­cias a cargo de Samuel Rubio, José M.ª Alvarez, Fernando Llamazares, ilustradas con diapositivas y bandas sonoras. El día 5 de octubre se ofreció un recital de música francesa a cargo del organista Jean Pierre Leguay y el sábado 6 se abrió el Curso Monográfico sobre la Interpretación de la Música de Bach desde la perspectiva de la Retórica musical y el Barroco. Cursos monográficos de inter­pretación, recitales y un espléndido concierto a cargo del P. Esteban de Cegoñal, fueron algunos de los variados y amenos programas que la organización del I Festival preparó. Pero quizás el mayor nivel de calidad y espectación se alcanzó el día 30 de octubre cuando José García Laborda, Cristóbal Halffter, Roberto Helsmchrrott, Gutiérrez Viejo y Angel Barja ofrecieron una conferencia sobre El órgano en la Música contemporánea. El I Festival se clausuró el 31 de octubre con un gran concierto a cargo de Robert Helschrott al órgano, el Cuarteto Nacional de Metales, la Schola Cantorum Catedral de León y Gutiérrez Viejo, junto a su mujer, Mª Dolores Arenas, interpretando Cuatro Exclamaciones para soprano y órgano. así concluyó, este I Festival que prometía seguir esa trayectoria de actividades hasta convertirse en un gran Festival de conciertos que alberga cualquier manifestación artística, musical y creativa. El largo camino Después de éste espectacular éxito los cimientos tomaron la consistencia necesaria para soportar con firmeza cualquier manifestación musical que a partir de entonces pudiera celebrarse en la siempre admirada Catedral, y los preparativos del II Festival se pusieron en marcha casi al momento de la clausura del primero. Así el 9 de septiembre de 1985, el gran organista Jean Guíllou se presentaba ante el público leonés con un Juan Sebastián Bach que enloqueció al respetable por su forma de entender al organista de Eisenach. Los mismos derroteros seguía la Orquesta Reina Sofía, que iniciaba así su andadura en el evento leonés. Por no ser prolijos en nombres citar únicamente los más destacados en cada edición como la Orquesta de Cámara Española con Víctor Martín al frente, Gutiérrez Viejo y Lola Arenas , el Coro Universitario y para clausura de este II Festival, el prestigioso grupo Hesperion XX con Jordi Savall al frente, interpretando el Arte de la Fuga de Bach. Paralelamente a los conciertos se continuaron organizando exposiciones, cursos, conferencias y proyecciones a cargo de Enrique Franco y Manuel Martín. El Festival de la Polémica El tercer Festival estuvo a punto de echar por tierra toda la labor llevada a cabo hasta entonces debido a un mal entendido entre el, por entonces, director del mismo, Gutiérrez Viejo y dos políticos de turno «que, según palabras de Viejo, todo lo querían mangonear, sin tener idea de nada». La polémica alcanzó tal punto que el director cansado de «tanta bobería», dimitió y sólo regresó ante la suplicante petición del presidente de la Diputación, en aquel entonces Alberto Pérez Ruíz, «para intentar, señala Viejo, salvar lo salvable». Vino Penderecki, el dios de la música contemporánea en aquellos momentos y estrenó en el Festival y en España su «Réquiem Polaco», dando así su espaldarazo definitivo a esa aventura en la que pocos creían. Tocó el espléndido Trío de Barcelona con los hermanos Claret y sonaron los majestuosos compases del «Cuarteto para el Fin de los Tiempos» de Messiaen. También se escucharon en «la Pulcra» los Quintetos del Padre Soler que causaron sensación. Sin embargo los problemas internos no se arreglaron como quería su director y al concluir el Festival Gutiérrez Viejo dimitió de forma irrevocable. Ante semejante decisión que dejaba descabezado alproyecto, Samuel Rubio recogió los papeles y el relevo y se puso sin titubeos al frente de esa quimera que parecía ser el Festival. La etapa de Samuel Rubio La más larga y difícil, pero también fructífera y sobre todo decisiva. Con él el Festival se ha consolidado con la fuerza necesaria para que instituciones, Cabildo, políticos y público en general no puedan prescindir de su celebración cada otoño porque si faltara el Festival es como si se saltase de estación. Y sobre todo decisiva porque bajo su dirección se ha podido, ¡al fin!, dar luz verde a la construcción de ese órgano por el cual suspiramos durante cinco lustros los aficionados a la música. Echando la vista atrás debemos rescatar de entre los más de 400 intérpretes que por él han pasado á aquellos que por su categoría y calidad merecen un lugar especial en esta some­ra relación. En el IV Festival: Hesperión XX con Jordi Savall, Cristóbal Halffter con la Orquesta de RTVE y la actuación de Haselbock, órgano y el pianista Guillermo González. El Festival se traslada por vez primera a Ponferrada y Astor­ga. El V vuelve a ampliar su campo de con­ciertos y se lleva a Santa Marina del Rey. Podemos escuchar al Grupo Zarabanda con Álvaro Marías, a la deliciosa Monserrat Torrent, al sutil Antonio Baciero, a la Capilla Real con Jordí Savall y a la Scholla Gregoriana Hispana, entre otros. Se hace un Simposium sobre la necesidad del órgano y se convoca a grandes organólogos y organeros. El VI amplía los conciertos a trece y vuelve Guillou como principal atracción, junto a Chorzempa, I Musici como estrella y Clemencin Consort como colofón. El VII se centró en la gran organista Marie Claire Alain, a la que acompañaron Monserrat Torrent, el grupo de Ayre Español y el gran Theo Brandmuller, que también hacía su presentación aquí. La VIII se incrementa a diecisiete actuaciones y abandona su sede habitual debido a la Exposición de las Edades del Hom­bre. Baciero, Brandmuller, Hékimova, la Orquesta Reina Sofía con Chumachenko al frente, Zarabanda, la O. de Cárama de Stuttgart completan una nómina de campanillas. La IX edición incluye por vez primera a la Sinfónica de Castilla y León con Cristóbal Halff­ter en el podio, y que este año inaugurarán la XXV edición, Monserrat Torrent, Guillou, Adamcezyk, Amezúa, Cuarteto de Moscú, el Quinteto de Metales Gabrielli y la Orquesta de Italia con Samuel Rubio al frente. En el décimo Festival son ya veintiún conciertos, con la O. de C. Reina Sofía, la O. Castilla y León con Bragado, Guillou de nuevo, la soprano So Eu Jeun, Chorzempa, la O. Sinf, de Galicia con la gran Edith Matthis y Víctor Pablo en el podio, la Internacional de Italia con Pedro Halffter. La úndécima, con veintisiete conciertos, alcanza un récord y Solaesa, Brandmuller, la, O. S. Galle­ga con Edmon Colomer; Azcúe, Quinteto Rossini, Hesperión XX y Savall y la O. Nacional de Cuba con Adam Serrano a la cabeza. El duodécimo rescata a Gutiérrez Viejo con la obra de Bach que irá haciendo en años suce­sivos, vuelve su esposa, Lola Arenas y la gran María Orán con Miguel Zanetti ofreciendo un magnífico con­cierto, el conjunto barroco Zarabanda, con Eswood y Chapton enloquecen al respetable que abarrotaba la Catedral, se presenta el libro del maestro de Capilla de la Catedral de Astorga José Mª Alvarez y nos sorprende el coro femenino del Conservatorio Westem y Víctor Pablo clausura el festival con la Sinfonía de Galicia. El decimotercero reduce los conciertos a die­cisiete y vemos actuar a Chorzempa, O. S. Cas tilla y León, Bragado, de nuevo, la de Gali­cia con Pedro Alcalde, a Gutiérrez Viejo, de nuevo y Torrent, la Filarmónica de Telekom, al organista polaco Zsigmond Szathmany al Ensemble Instrumental de Madrid con Remar­tínez y al estupendo Chamber Ensemble of the Kings Consort con Robert King. El decimocuarto trae la Nacional de España con Cristóbal Halffter, al organista Esteban Elizondo a Pedro Halffter al frente, de la Orquesta de Estudiantes de Madrid con la novena Sinfonía de Beethoven, a la de Galicia con el simpático Gian Andrea Noseda, un excelente director; a la Comunitaria con Bragado y a los organistas Viejo, Solaesa, Fresco Brandmuller y Breuer en dieciocho conciertos que se llevaron también por la provincia. La decimoquinta es como un recopilatorio de las anteriores y Jean Guillou regresó, como lo hará este año, asi como la Orquesta Reina Sofía y Chumachenco, el organista Günther Kauzinger, la soprano coreana So Eun Jeon acompañada por Ricardo Serenelli, el Coro Universitario con Samuel Rubio, el pianista Eleuterio Domínguez, la organista Jennifer Bate que también repetirá en esta edición y cerró este magno festival Harry Christopher con The Sixteen. Los diez últimos años Una vez consolidado y sin demasiado sobresaltos económicos pero sin el nuevo órgano, el Festival continuó su andadura otros diez años manteniendo el alto nivel de calidad aunque reduciendo algo el número de conciertos. También las fechas se adelantaron a mediados de septiembre en lugar de octubre como se venía haciendo para evitar el frío en una Catedral sin calefacción y fue el English Concert sin Trevor Pinnok quien atrajo la atención de la XVI edición con el contratenor británico Michael Chance y sobre todo Jordi Savall y la Capilla Real una vez más. La XVII contó con el Cuarteto de Leipzig y el encuentro siempre esperado de Chumachenco con la Reina Sofía, asi como con la excelente soprano Maria José Moreno. La XVIII mantuvo el alto nivel de calidad con Il Fondamento y e gran clarinetista Paul Dombrecht, López Banzo y su grupo nos deleitó con el mejor barroco y Chorzempa volvió a dejar constancia del grna organista que siempre fue. La XIX edición tuvo como principal aliciente a la extaordinaria y numerosa Orquesta Nacional de China y la XX devolvió el mejor barroco a la Catedral con la Petite Bande y Segiswal Kuijen, al milagroso Gustav Leonhart y el estreno de la obra enargo para la catedral de Cristóbal Hallfter, «Vitral». Para órgano y metales. En la XXI nos visitó el extraordinario organista Radulescu y la Capella Turccini con Antonio Florio. La XXII vio en versión concierto El Quijote de Cristóbal Halffter, al Grupo La Rissonanza con Fabio Biondi, y a la Orquesta Sinfónica de Madrid. La XXIII tuvo a la Stagione de Francfort con Michael Schneider como principal protagonista asi como a la formidable violinista Chiara Banchini. El Modo Antiquo con la Capella Peñaflorida y Antonio Mª Sardelli pusieron un brillante colofón a esta formidable edición. La XXIV la tenemos muy reciente con el grupo La Veneciana y Claudio Cavina, el organista Hasselböck, y The Netherlands Bach Society como colofón a estos diez años finales llenos de novedades y de un público cada vez más numeroso y fiel.

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