Diario de León

El «tren de bambú» solventa las carencias en Camboya

Como en el país sólo hay tres trenes que circulan una vez por semana, la gente de la provincia camboyana de Battambang ha recurrido al ingenio para aprovechar los rieles vacíos y desplazarse con sus propias invenciones

Publicado por
JORDI CALVET | texto
León

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Dado que en toda Camboya sólo hay tres trenes que circulan una vez por semana, la población de la provincia de Battambang ha recurrido al ingenio para aprovechar los rieles vacíos y desplazarse con sus propias invenciones. Habituados a improvisar, se bastan con unas ruedas saqueadas de un viejo carro de combate vietnamita, una plataforma de madera y bambú y un pequeño motor para construir un tren de bambú o lo que llaman «norris», una adaptación local de la palabra inglesa «lorry» (camión). Los habitantes de la zona tienen en estos artificios el único medio de transporte realista para trasladarse hasta la ciudad ante la precariedad de la mayoría de las carreteras. Su origen se remonta a principios de los años 80, cuando el Jemer Rojo combatía, desde esta y otras regiones, a las tropas vietnamitas para recuperar el control del país que había gobernado durante cuatro años. «Los utilizaban para reconstruir las vías destruidas durante la guerra, pero luego la gente vio que se podían aprovechar para transportar arroz, madera o materiales de construcción», explica Chanta, vecino de Odambang, donde se encuentra el primera apeadero del tren de bambú, notablemente más transitado y bullicioso que la desértica estación central de Battambang. Con el paso del tiempo, los «norris» se perfeccionaron y entraron en la revolución industrial. Al principio se propulsaban con palos, como si de una canoa se tratara, pero en la actualidad el trabajo lo hace un motor que permite a estas «locomotoras caseras» alcanzar hasta los cincuenta kilómetros por hora. Sin haber desarrollado la técnica de la suspensión y con unas vías onduladas y agrietadas, el confort no es el punto fuerte de estos vehículos, que acostumbran a maltratar riñones y posaderas de unos viajeros instalados a un palmo de la vía. Una de sus ventajas es la facilidad con que se montan y desmontan, propiedad imprescindible cuando se utiliza una vía única de doble sentido. A pesar de la informalidad de este servicio ferroviario, el uso prolongado ha permitido elaborar una especie de manual de circulación. De acuerdo a este reglamento, al encontrarse de frente dos «norris», el que lleva una carga más ligera debe ceder el paso al más pesado y ser desmontado. Se trata de una operación rápida que se resuelve en menos de un minuto, el tiempo justo para encajar los dos ejes de las ruedas en unos cojinetes de madera, unir el motor y los ejes con una correa y poner en marcha la máquina. «Es totalmente seguro», asegura Kimhor, un experimentado conductor de 17 años que alaba las virtudes del tren de bambú por su rapidez, capacidad de transporte y comodidad. «Los pasajeros pueden ir tumbados y dormir», señaló el joven maquinista, y destacó el contraste con el tormento que supone, en su opinión, la alternativa de transitar en motocicleta por caminos llenos de baches. Aunque al principio llegaron a cubrir el trayecto entero de más de 200 kilómetros que hay desde Battambang hasta la capital, Phnom Penh, los «norris» han quedado relegados a servir a las pequeñas comunidades diseminadas alrededor de esta provincia camboyana. «Traen sus productos al mercado y regresan con lo que necesitan en sus pueblos», indica Chanta, quien con «productos» se refiere a incluso vacas y motocicletas. A estas mercancías se les ha unido en los últimos años otra mucho más apreciada y lucrativa: el turismo. Los turistas han descubierto el atractivo y originalidad del tren de bambú y por un unos cinco dólares pueden darse una vuelta por la zona. «Para los locales el precio es de 400 rieles (diez centavos de dólar, unos 0,07 euros)», revela Kimhor cuanto toma confianza. El futuro del «norris» es incierto porque el Gobierno central ha anunciado un plan para restaurar las vías, enlazarlas con la red tailandesa y reactivar las relaciones comerciales con el país vecino antes de 2010. Pero los paisanos de Battambang han decidido, mientras ven si sale adelante este plan, seguir con el tren de bambú, aunque sea ilegal.

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