Cuando nadie quiere hablar del riesgo
Nueve de cada diez centros de tatuajes y «piercing» no hacen pruebas previas para saber si se tiene alergia al pigmento utilizado. Las condiciones higiénicas han mejorado pero no llegan aún a lo deseable, según un estudio
Los tatuajes y la perforación corporal - piercing - son una moda y una tendencia cada vez más en boga entre la población y, de manera especial, entre los jóvenes. Sin embargo, los usuarios de estas prácticas no son muchas veces conscientes de sus consecuencias, toda vez que los centros que las practican no ofrecen la información imprescindible o no cumplen con unas estrictas medidas higiénicas, sanitarias y de limpieza. Así lo demuestra que el 87% de los centros dedicados al tatuaje y a los piercing no informan a sus clientes de sus peligros o consecuencias y en nueve de cada diez de estos establecimientos no se realizan las pruebas previas necesarias para conocer si el usuario tiene alergia al pigmento utilizado. Las condiciones higiénicas de estos centros han mejorado en los últimos años, si bien aún no llegan a lo deseable. Éstas son algunas de las conclusiones derivadas de un informe realizado por Consumer Eroski en 160 centros dedicados a estas actividades en 18 capitales españoles, lo que supone aproximadamente el 10% de los establecimientos que operan en nuestro país. El estudio revela que tanto tatuajes como piercing se siguen realizando sin que el cliente reciba la información imprescindible. Así lo demuestra el que en el 72% de los casos, los dependientes ni siquiera preguntaron a los usuarios si sufrían alergias o enfermedades, a pesar de que estas intervenciones suponen «romper una de las barreras protectoras del organismo, la piel». Información insuficiente Esta insuficiente información se evidencia también en otros aspectos. Por ejemplo, en el 54% de los centros no se exponía información sobre la cualificación del profesional. Asimismo, las recomendaciones higiénico-sanitarias del local y de la zona de tatuajes, así como la información sanitaria, tampoco se exhibían en siete de cada diez establecimientos. En proporción similar, no se detectaron folletos, trípticos o dosieres con información sobre los productos utilizados y sobre el proceso de colocación del piercing o tatuaje ni respecto de los cuidados posteriores que han de realizarse. Además, en el 91% de los establecimientos visitados no se exponía dato alguna sobre las garantías posventa. En el 65% de los centros también se obviaba la recomendación de no ingerir alcohol o drogas dos días antes de hacer el tatuaje y en el 72% no se comentó que el tatuaje es mejor no hacerlo en ayunas. Un «capricho» que no es barato La perforación corporal o el tatuaje deben realizarse «con la garantía absoluta de privacidad». De los 160 comercios visitados, la intimidad estaba asegurada en el 85% de los casos, no así en el 13%. En cuanto a la esterilización de los elementos destinados a penetrar en la piel, se cumplía en el 87,5% de los centros analizados. La sala de esterilización estaba aislada en casi el 60% de los casos estudiados, pero no en el 16%. El orden y la limpieza imperaban en la sala de esterilización en el 73% de los casos (destacan positivamente A Coruña, Bilbao, Madrid y San Sebastián). El informe constata que el capricho de adornar el cuerpo con una perforación o un tatuaje «no sale barato» y tiene un coste muy distinto según en la ciudad en que se haga y el centro que se elija. Colocarse un piercing, el más barato de acero quirúrgico, cuesta una media de 30 euros. El precio medio de un tatuaje (en el caso analizado una pequeña letra china en blanco y negro) es de 61 euros, un importe que, por ejemplo se encarece mucho en Alicante (de media cobran 110 euros) y que en Granada se reduce notablemente, con un precio medio de 31 euros.