¿Nada nuevo bajo el sol?
|||| A caballo entre los cincuenta y sesenta, Renault ya hacía sus pinitos con la propulsión eléctrica «para todo el mundo». Para muestra, el «botón» de un Dauphine con motor eléctrico que podía verse en un discreto rincón del espacio de la marca del rombo. Bajo el capó delantero, el espacio del maletero -aquel donde los usuarios españoles colocaban «un par» de sacos de arena para asentar la estabilidad del coche- se alojaban entonces unas cuantas baterías tradicionales, aquellas -casi- «de camión», con vasos húmedos y que, se supone, tampoco darían tanta autonomía al conocido precursor del célebre Alpine. Puede que no anduviese demasiado, aquel primitivo eléctrico aunque, también se supone, entonces sí que sería... de lo más estable.