Tailandia crea un museo de horrores humanos
Momias de asesinos ejecutados, fetos con malformaciones y órganos conservados en formol son algunas de las atracciones de un macabro museo tailandés, visitado por estudiantes y turistas como si se tratara de la Casa de los Horrores
Este fascinante y siniestro lugar montado por el departamento de medicina forense del Hospital Siriraj, está situado en el corazón de Bangkok, a orillas del río Chao Phraya y muy cerca de algunos de los templos más bellos de Tailandia. Uno de sus inquilinos más distinguidos es el cadáver momificado de cera de Si-Oui, un psicópata de origen chino que disfrutaba asesinando niños que luego se comía. Este Hannibal Lecter se alimentaba de personas «porque amaba comer órganos de humanos, no porque tuviera hambre», ilustra un texto explicativo. Aparte de cuerpos de violadores, este museo de los horrores exhibe el vestido manchado de sangre de una víctima, llamada Nualchawee, así como el cuchillo con el que fue asesinada y su diario, escrito con letra redonda y cuidada. Un número creciente de extranjeros se acerca con una mezcla de morbo y repugnancia al museo, que por el momento no está incluido en los itinerarios de las guías turísticas junto a templos, palacios y mercados gastronómicos. «En mi vida he visto algo parecido», explica Daniel Brown, un turista británico de unos 25 años. «Mi novia me habló de este lugar y, después de varios días visitando templos, nos decidimos a venir», prosigue el joven, quien admite que no es capaz de mantener la mirada ante algunos de los fetos y órganos expuestos. Para jóvenes médicos Concebido para la instrucción de jóvenes médicos, el museo está dividido en seis partes dedicadas a patologías, medicina forense, parasitología, anatomía, historia de la ciencia tailandesa y prehistoria. En el museo forense se exhiben objetos y fotografías tétricas de homicidios, suicidios y accidentes mortales, así como calaveras, huesos, esqueletos y órganos diseccionados, que fueron testigos de trágicas historias. Los objetos más venerados son los instrumentos médicos con los que se realizó la autopsia al monarca Ananda Mahidol o Rama VIII, hermano del actual rey Rama XIX, que murió en 1946 a causa de un disparo en circunstancias que todavía no han sido esclarecidas. Algunos visitantes quedan absortos, otros quiebran muecas de espanto y los más pequeños berrean ante los fetos bicéfalos o deformes de expresión inocente. La sección dedicada a la parasitología recrea los perniciosos efectos de la «elephantiasis», que se manifiesta en el agigantamiento de partes del cuerpo humano, tal como mostró el director David Lynch en su película El Hombre Elefante. El Museo Anatómico Congdon, en honor del doctor Edgar Davidson Congdon, incluye una muestra de la disección a cuerpo completo del sistema nervioso, el arterial y de los músculos, entre utensilios médicos y estanterías repletas de objetos de laboratorio y frascos que recuerdan a los experimentos del doctor Menguele. «A mi no me parece terrorífico, yo he traído a mis hijos para que aprendan sobre medicina y parasitología. Hay también un espacio especial dedicado a los tsunamis», asegura Arkorn Rodkantook, un tailandés de 37 años que ha visitado el museo junto con su mujer y sus dos hijos adolescentes. «Con toda la sangre y violencia que hay en la televisión y en el cine, los cadáveres de aquí no deberían asustar a nadie», subraya. Por 40 bat -poco más de un euro o 1,34 dólares- que cuesta la entrada, los turistas y curiosos vivirán una experiencia difícil de olvidar al descubrir lo qué se oculta tras la naturaleza humana.