Usar el conocimiento y los contactos solucionarán la crisis ambiental
Esta es una de las conclusiones a las que ha llegado el Congreso Mundial de la Naturaleza, que también ha demandado que las comunidades aborígenes desempeñen un papel esencial en el control y gestión de sus ecosistemas y con ello en el mantenim
Después de casi dos semanas de reuniones, se ha clausurado el IV Congreso Mundial de la Naturaleza, que ha reunido en Barcelona a unos 7.000 expertos de 160 países para debatir sobre la naturaleza, la sostenibilidad, la biodiversidad y la conservación del medio ambiente. Elcongreso, que se celebra cada cuatro años, está organizado por la Unión Mundial para la Naturaleza (IUCN por sus siglas en inglés) y reúne a representantes de gobiernos, pueblos indígenas, Ong ecologistas y de ayuda al desarrollo, organizaciones sociales y científicos, lo que le convierte en «parlamento planetario de la naturaleza». El encuentro se dividió en dos partes. La primera, con mesas redondas, talleres y conferencias, donde se debatieron aspectos relacionados con los ejes temáticos de esta edición como «Un nuevo clima para el cambio», «Ecosistemas sanos, gente sana» y «Salvaguardar la diversidad de la Vida». La segunda incluyó la Asamblea de miembros, en la que se debatió y votó a línea estratégica de la organización para los próximos cuatro años y las políticas a implementar. Además, se eligió al nuevo consejo directivo y al presidente de IUCN.Algunos de los temas a debatir han sido los referentes a la conservación de especies, el ámbito forestal, los biocombustibles, el cambio climático, los organismos genéticamente modificados, la sobrepesca, la conservación del hábitat del lince ibérico y el fortalecimiento de la Red Natura 2000, entre otros. Conclusiones El congreso concluyó con el compromiso de «usar conocimiento y contactos para garantizar un futuro seguro para la naturaleza y solucionar la crisis ambiental». Julia Marton-Lefèvre, directora de IUCN, manifestó la voluntad de lograr una mejor integración entre la biodiversidad, la energía, el desarrollo, la seguridad humana, los mercados y el comercio. Entre las conclusiones destaca una reivindicación para que las comunidades rurales locales y aborígenes desempeñen un papel esencial en el control y gestión de los ecosistemas en los que viven y con ello en el mantenimiento de la sostenibilidad del planeta. Por otra parte, aunque las organizaciones ecologistas pedían una moratoria del uso de biocombustibles por la repercusión que tienen en los precios de productos básicos de la alimentación y en la superficie de cultivos de países en desarrollo, el texto final se ha rebajado a una recomendación a los gobiernos para que dejen de subvencionar su producción. En este sentido, Jorge Cappato, presidente del comité sudamericano de IUCN, lamentó que la moratoria no haya salido adelante ya que, «diversos informes apuntan que los biocombustibles no son la panacea que prometen pues su elaboración requiere el uso de fertilizantes nitrogenados, que generan más CO 2 del que supuestamente ayudan a mitigar como sustitutos del petróleo». Se aprobó otra moción, patrocinada por la Fundación Proteger, que afecta a los doce países sudamericanos, en la que se da un toque de atención a sus gobiernos para que tengan en consideración el impacto medioambiental de las 190 macroinfraestructuras desarrollas por la iniciativa IIRSA, de la Unión Sudamericana, por valor de 17.000 millones de euros ya que, según IUCN, se trata en muchos casos de obras que requieren grandes inversiones, cuyo objetivo no es el desarrollo de los pueblos locales, sino posibilitar la exportación y extracción de materias primas. También se recomendó un mayor control en la instalación de parques eólicos en zonas de montaña de España y Portugal, en los espacios de la red Natura 2000 o en las áreas consideradas importantes para especies en peligro de extinción. Según Carlos Sánchez, presidente del comité español de IUCN, aunque se trata de una energía renovable, los parques eólicos tienen un impacto importante sobre algunas aves, o en los hábitats de otras especies, por lo que plantean una protección periférica para que tampoco se instalen en el mismo borde de áreas protegidas. Se pidió, por último, una suspensión temporal en la captura del atún rojo en el Mediterráneo y el Atlántico oriental y la creación de una reserva para la especie en Baleares.