Guerra a la obviedad Compra

Tudor Night Anything but obvious dress code stendhaliano dress code Un paso adelante |||| Ajena a la tormenta financiera que padecemos, o tal vez aprovechándose del río revuelto que nos arrastra, la baronesa acaba de adquirir un chalé en una zona cara de Barcelona con la idea de poner a vivir allí a su hijo, a su nuera y («al que de verdad nos interesa tener cerca», que diría la Preysler) su nieto Sacha. La broma le ha costado nueve millones de euros. Ignoro si esa abultada cifra supone, a pesar de todo, una ganga. Pero aporto como dato que, en las fotos que le han sacado a Tita en pleno acto de posesión del inmueble, la antigua propietaria aparece vestida de negro y tirando a taciturna. De lo cual cabría deducir que ha tenido que vender a la baja y ahora mismo está de luto por la irreparable pérdida. La compra podría haber sido un capricho. Pero no. Carmen no ha querido que le envuelvan la mansión para regalo, porque piensa cobrársela a su hijo, euro a euro. No sé si va a aplicarle el euribor vigente o si en un acto de exaltación maternal le perdonará los intereses, pero Borja por si acaso ya se ha puesto a trabajar a destajo en la profesión que de verdad domina: la de conceder exclusivas. Esta semana aparece en ¡Hola! celebrando su primer aniversario de boda, junto a su mujer, con la que posa en la cama, ora haciéndose el dormido ora dándose de almohadazos... Ella en camisón y él (tatuadísimo) en albornoz de felpa o con una toallita de lavabo enrollada a la cintura, que le deja casi tan desnundo como el nuevo escáner aeroportuario. Todo sea por pagar la nueva casa.