«Al verme en aquella portada en el mástil dije: Uy, lo que he hecho»
|||| Acaba de cumplir 32 «añitos», como subraya ella misma con su dulce acento mexicano, y sus amigos le han dedicado una fiesta con mariachis y tequila. Trece meses después de separarse de Cayetano Martínez de Irujo, Genoveva Casanova parece vivir un buen momento, en compañía de sus mellizos, Luis y Amina. La solidaridad y el lujo se combinan en su vida a partes iguales. Es embajadora de Acnur y también de Vasari, una exclusiva firma de joyas con la que presentó el jueves en Madrid la deslumbrante colección Radjan, inspirada en la India. -¿Cree en el poder de las piedras? -Creo en su poder sentimental, pero no las tengo como fetiche. Me gustan mucho las perlas y los zafiros. Las perlas me recuerdan a mi abuela. -¿Es capaz de distinguir un diamante auténtico de uno falso? -Yo diría que sí. Siempre que no sea muy chiquito, je, je... -¿Los diamantes son sus mejores amigos? -Está claro que en tiempos de crisis son buenos aliados porque te pueden sacar de un apuro. Pero tanto como amigos... -Para amigas, las suyas. -Sí, me han demostrado su cariño y su apoyo desde hace mucho tiempo. Ellas son mi segunda familia. -Será porque usted les corresponde. -Espero estar a la altura de ellas. Tengo mucha suerte. Me ha tocado mucha gente buena. Pero buena de verdad. -¿Cómo fue su fiesta de cumpleaños? ¿Mexicana auténtica? -Sí. La comida estaba buenísima y el mariachi ni le cuento... Por supuesto, me cantaron Las Mañanitas . -¿Se arrancó usted con alguna ranchera? -Bueno, ya los detalles de lo que pasó dentro... Dejémoslo en puntos suspensivos. -Sé que le regalaron libros. ¿Es buena lectora? -Me gusta mucho leer; yo estudié Filosofía. Ahora mismo estoy leyendo la biografía de un señor magnífico: Sergio Viera de Mello. Es un ejemplo a seguir para mí, en mi trabajo humanitario y en mis metas en la vida. Me interesa mucho porque como alto comisionado de la ONU vivió y murió trabajando por los demás. -Y usted trabaja en Acnur. -Llevo casi dos años colaborando con ellos. Mi trabajo con la ONU y con Vasari son ahora mis actividades primordiales. Y por supuesto, el cuidado de mis hijos. -¿De verdad trepó al mástil de aquel barco en aquella sorprendente portada de ¡Hola!? -Le juro que me subí, con el sari colgado del brazo y todo. Yo soy muy aventurera. Luego me dio un poco de vergüenza verme así. Me dije: «Uy, lo que he hecho...». Pero, bueno, fue divertidísimo. Y las elefantas... ¿Vio esa foto? Eran divinas, se me frotaban con la cabeza y me agarraban con la trompa. Yo es que crecí con los animales. Monto a caballo desde chiquita. Es algo que heredé de mi papá. -Vivió en un rancho, creo. -Exacto. Y mi papá se dedica a adiestrar animales. ¿Se acuerda de la película 'Amores perros'? Los perros que salen ahí son nuestros. -Aquella portada decía: «Rumbo al futuro». Y muchos lo interpretaron como que daba por terminado el duelo tras su separación. -Ya dejé muy claro que no pensaba hablar de ese tema. Pero sí le puedo decir que desde que trabajo en Acnur he entrado en una fase nueva en mi vida. Me di cuenta de que necesitaba ser útil a los demás. Eso da sentido mi vida. -Así que el nuevo rumbo no tiene que ver con una situación personal. -Sí, también, porque hacer este trabajo determina mi situación personal. -Últimamente no le ponen muchos novios... -En los primeros meses era tremendo. Salía a novio nuevo por mes. Pero lo que se ve es lo que hay. Los pobres periodistas que me siguen se deben de aburrir mucho conmigo. Deben de pensar que soy una sosa; de la casa al colegio, del colegio a las clases, de las clases a casa... -¿Es implacable con los enemigos, como buena Escorpio? -Yo hasta ahorita no tengo ni un sólo enemigo, así que no le puedo decir.