La arriesgada vida de las maletas
Cuando un equipaje entra en un aeropuerto tiene que tener cuidado con quién lo traslada o con los cambios de vuelo, ya que corre el riesgo de cambiar de dueño o entrar en el olvido hasta ser subastada
La mayoría de las maletas extraviadas se pierden en las conexiones de los vuelos, algunas son subastadas si no se reclaman al cabo de un año y, en algunos casos, son robadas por los propios empleados de las compañías de carga, según fuentes del sector y organizaciones de consumidores. En 2007, el sistema de localización de maletas internacional WorldTracer detectó que el 49 por ciento de las maletas se perdieron en conexiones de vuelos, el 16 por ciento en la carga y el 14 por ciento por «errores de etiquetaje, de elección o por medidas de seguridad». Sin embargo, Juan Luis Viton, director comercial de Swissport (empresa de handling encargada de facturar y cargar los equipajes de Lufthansa, Air Europa o Swissair), sube hasta un 95 por ciento las pérdidas por conexiones, puesto que «el equipaje tarda más tiempo que su dueño en cambiar de avión». La maleta tarda un mínimo de 45 minutos, según Viton, en hacer el transbordo, ya que tiene que pasar por procedimientos de distribución y seguridad, sin contar el retraso que puede haber acumulado el avión inicial. El recorrido en el aeropuerto El equipaje se traslada de facturación a un área de clasificación donde se comprueba la etiqueta de forma automática o manual (en función del aeropuerto), pasa por un escáner y se carga en contenedores que lo llevan al personal de carga del avión. Este personal introduce las maletas en la bodega, comprueba el registro de nombres de los pasajeros y equipaje facturado y si el viajero no ha llegado al avión, saca la maleta del mismo. En el aeropuerto destino se separa a pie de avión el equipaje que va a otro vuelo del que se queda en tierra, pero, si el avión es grande, vienen ya separados en contenedores dentro de la aeronave. Las maletas que se quedan en tierra son entregadas a los pasajeros y las que van a otro vuelo se llevan a un área de clasificación en la que se separan en función de la línea aérea del siguiente viaje y se dirigen al área de clasificación de esa compañía. Desde esta nueva área de clasificación se cargan en los contenedores y se llevan al avión, aunque, en algunas conexiones, se dejan en tierra las maletas de los pasajeros que más posibilidades tienen de no llegar a tiempo hasta que estos llegan a la aeronave. Algunas son robadas o subastadas Fuentes del sector explican que durante estos procedimientos algunas maletas son robadas por los propios empleados de las empresas de carga, aunque los hurtos «se reportan al sistema, junto con las roturas», y a menudo se realizan auditorías internas. La compañía de handling Groundforce vende entre sus propios empleados las maletas que nadie reclama al cabo de un año y los beneficios van a oenegés, según fuentes de la propia empresa. Iberia realiza una subasta pública con este tipo de maletas y las ganancias se destinan a cubrir «gastos de almacenaje y de subasta» y también van al Ministerio de Fomento, «tal y como especifica la ley», según la compañía. Las líneas aéreas pueden penalizar a sus empresas de carga por deficiencias en el servicio, pero, de todas formas, «deberían ser multadas por Aviación Civil», según Rubén Sánchez, portavoz de Facua-Consumidores en Acción. Sánchez solicita datos estadísticos sobre este tema a la entidad del Ministerio de Fomento, a la que acusa de «tardar años en tramitar expedientes de reclamación». Aviación Civil no es competente en pérdida de maletas, cancelación de vuelos o retrasos, según Rodrigo Mosquera, del departamento de Relaciones con los Usuarios de la entidad.