Diario de León

Cómo convivir con un gato con leucemia

La leucemia felina es una enfermedad vírica muy extendida entre los gatos callejeros e importante causa de mortalidad en los domésticos que no llevan un adecuado control veterinario

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MÓNICA FARTO LÓPEZ veterinaria clínica veterinaria centro león
León

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La adopción de gatitos de la calle o de procedencia desconocida debe ser supervisada por un veterinario, sobre todo si la persona interesada tiene más gatos en casa. En un primer momento el animal puede no mostrar signos que nos hagan sospechar que esté enfermo, pero debemos tener precauciones antes de presentarlo en sociedad al resto de sus congéneres. Aislarlo a modo de cuarentena, hasta que un veterinario pueda verificar su estado de salud, sería lo más indicado. En la consulta existen kits diagnósticos rápidos que van a determinar si el animal está infectado o no por el virus de la leucemia. Son pruebas con una gran fiabilidad pero siempre sujetas aun margen de error que el propietario debe asumir. Una vez descartada la enfermedad es entonces cuando se inicia el plan de vacunación que corresponda en función de la edad del felino. Antes de vacunar a un gato de leucemia el propietario debe determinar antes si éste no tiene ya la enfermedad. Si el gato ha estado expuesto al virus, podemos encontrarnos con diferentes situaciones. Un pequeño porcentaje, gatos generalmente adultos, van desarrollar inmunidad frente al virus. Suelen tener un episodio febril, con malestar y apatía, coincidente con la viremia, que posteriormente desaparecerá cuando su sistema inmune acabe con la infección. En la primera fase la prueba dará positivo, en cambio una vez sea eliminado el virus del organismo, el resultado será negativo. Por ello, es importante volver a realizarlas al cabo de 6 ó 12 semanas. Otros pueden mantener el virus en su organismo en un estado de latencia, secuestrado en la médula ósea, gánglios linfáticos o en algún órgano. En cualquir momento, sobre todo en situaciones de estrés o aquellas en las que tenga lugar una bajada de defensas, el virus puede reactivarse. Ésto puede que nunca ocurra y el gato lleve una vida completamente normal pudiendo llegar a eliminar el virus con el tiempo. Por último están los casos en los que el virus logra establecerse en el organismo de forma permanente, sufriendo viremias transitorias con cierto grado de recuperación. Un 50% de los gatos estarán aparentemente sanos los 2 ó 3 primeros años, un menor porcentaje llegará a superar los 4 años, pero la mayor parte de ellos desarrollarán al cabo del tiempo enfermedades relacionadas con el virus (neoplásicas o no neoplásicas). La más prevalente es el linfoma (linfosarcoma) tímico y multicéntrico, a veces incluso invaden el sistema nervioso central. Un factor de riesgo importante es el vagabundeo excesivo de gatos, la gran cantidad de camadas que tienen las hembras de manera descontrolada, siendo estos gatitos los más susceptibles de contraer la enfermedad. La transmisión se produce mediante mordeduras, durante el acicalamiento o cuando comparten comederos o bebederos. También puede haber una transmisión perinatal, pero en estos casos la mortalidad fetal suele ser muy elevada, de hasta un 80%. Si ha habido transmisión mamaria o transplacentaria pueden llegar a sobrevivir hasta un 20% de los gatitos procedentes de gatas infectadas. En cualquier caso cabe esperar que un 50% de los gatos que manifiestan la enfermedad moriran en un periodod de 2 ó 3 años postinfección. No existe un tratamiento específico y puede ser de utilidad aquel que mantenga el estado inmunológico del animal en buen estado. Una vez más la clave está en la prevención.

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