Las entrañas de Lukoil
Las reservas de petróleo de la región siberiana de Janti-Mansiisk son las más extensas de Rusia y las segundas del mundo en importancia
Se ha dado a conocer en España a raíz de su interés en hacerse con el 30% de Repsol, pero Lukoil es algo más que un inversor. Se trata de la primera petrolera rusa privada y la segunda del mundo en volumen de reservas. Su filón principal está en la región de Janti-Mansiisk (Siberia Occidental), en la cuenca geológica comprendida en el triángulo que forman el lago Samotlor y las ciudades de Nizhnevártovsk y Surgut. El enclave fluvial aparece en las imágenes de satélite de Google Earth, pero no en los mapas que se editan en Rusia. Ello da idea de la importancia estratégica que Moscú dio siempre a ese lago y a todo lo que hay a su alrededor. Un lugar clave donde hace sólo cuarenta años no había atisbo de riqueza. Hoy, se erige en el segundo corazón económico ruso, detrás de la capital.
De allí es de donde procede el grueso de la producción de petróleo de Lukoil, el 55%, según Borís Ivanov, director de proyectos regionales de la firma. En 2007 se extrajo en la zona 277,9 millones de toneladas de crudo, casi el 60% de todo el que se comercializa en Rusia. Desde 1964, cuando comenzó la explotación de la cuenca del campo de Samotlor, se han extraído casi 9.000 millones de toneladas de crudo y quedan todavía, en base a los datos de la administración local, 2.500 millones de toneladas. Son, por tanto, las terceras reservas mundiales de petróleo.
Con una producción de 59,9 millones de toneladas anuales, la compañía de Vaguit Alekpérov controla gran parte de los pozos existentes en Janti-Mansiisk, después de la estatal Rosneft, que produce 62,6 millones de toneladas. Surgutneftegaz, TNK-BP, Gazprom-Neft, Russneft y Yukos están también presentes en las llanuras de Samotlor.
Lukoil explota yacimientos en cinco puntos. Las torres de extracción están ya completamente automatizadas y apenas requieren operarios. La planta principal es la de separación, a donde llega el fluido directamente desde el interior de la tierra. Está compuesto por petróleo, gas y agua. Victoria Nekrásova, responsable de comunicación de Lukoil en Siberia Occidental, explica que «el agua se inyecta nuevamente al pozo para mantener la presión en su interior, el petróleo en bruto va al oleoducto y el gas es lo que más procesado requiere».
Hasta hace poco, dice Nekrásova, «el gas asociado se quemaba en las antorchas, pero su enorme cantidad llegó a constituir una seria amenaza para el medio ambiente». El Gobierno ruso obliga ahora a su tratamiento y utilización, lo que supone para las compañías una inversión considerable. Según el alcalde de Nizhnevártovsk, Borís Jojriakov, «actualmente se aprovecha el 69% del gas asociado y antes de 2011 habremos de llegar al 95%».
Un lugar despoblado
La región de Janti-Mansiisk tiene una extensión de 534.800 kilómetros cuadrados, 30.000 más que España, pero su población apenas supera el millón y medio de habitantes. Menos personas vivían allí hace medio siglo, cuando se encontró el petróleo. Las prospecciones en Samotlor se iniciaron en los años 50.
Nizhnevártovsk, ahora la segunda ciudad de la demarcación, no era más que un simple embarcadero en el río Obi. Con la «fiebre del oro negro» llegaron colonos de todas las partes de Rusia, pese al severo clima. Las temperaturas en enero pueden llegar a alcanzar los 50-60 grados bajo cero en días en los que la luz solar dura sólo cuatro horas. En Nizhnevártovsk hay un museo que ilustra sobre las peripecias de aquellos hombres y mujeres que se trasladaron a El Dorado de Siberia para empezar una nueva vida y ganar algo más.
Durante décadas, la extracción se hacía por turnos. Los empleados de las petroleras trabajaban una temporada, que podía variar entre los 15 días y los tres meses, y descansaban el mismo período de tiempo en partes de Rusia de clima más benigno.
Nekrásova afirma que «salvo algunos obreros, cuyo trabajo se desarrolla en condiciones extremas o requiere una mayor concentración, el resto vive aquí permanentemente, casi ha desaparecido el sistema de turnos». Además, hay menos pobladores al haberse reducido el número de operarios necesarios en los pozos y en el resto de las plantas del ciclo.
En cuanto a los sueldos, «un operario sin gran especialización gana en torno a los 36.000 rublos al mes», unos mil euros, tres veces más que el actual salario medio en Rusia. La portavoz de Lukoil asegura también que «las viviendas están ahora mejor acondicionadas y los poblados dotados de centros de ocio para hacer la vida más llevadera». Los cafés de Internet también ayudan a sobrellevar las inclemencias de la taiga. En Langepás, la ciudad más grande que tiene Lukoil en el campo petrolífero de Samotlor, viven 40.000 personas en arregladas casitas que recuerdan los paisajes escandinavos.
En el área, no obstante, se ven todavía instalaciones decrépitas como una planta cerca de Ráduzhni, más al norte, perteneciente a una pequeña petrolera llamada Vanioganeft. La pintura cuarteada de sus depósitos y tuberías deja ver el metal desnudo, cubierto de óxido, mientras los barracones prefabricados de sus empleados, construidos en la época soviética, aparecen desvencijados.