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Publicado por
León

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|||| Tita Thyssen lleva muchos años como coleccionista de arte y sabe que hasta al mayor experto le pueden colar un cuadro falso. Tal vez sea esa deformación profesional lo que ha impulsado a la baronesa a presionar a su hijo Borja para que le demuestre, a ella y al mundo, mediante pruebas científicas e irrefutables, que su nieto, el pequeño Sacha, es un auténtico Thyssen, digno de la suculenta herencia que le espera, y no una obra apócrifa, fruto de alguna presunta infidelidad de su nuera, Blanca Cuesta.

Borja se ha puesto manos a la obra y se ha hecho no una, sino dos pruebas de paternidad en Barcelona, según ha confirmado él mismo a la prensa. Y los resultados han sido positivos. Pero Tita no se da por satisfecha. Alega que ella no ha podido «controlar todo el proceso» (a este paso, la veo haciendo un cursillo acelerado de genética, poniéndose la bata blanca y tirando de probeta). De manera que Borja se hará una tercera prueba en Madrid... Esto empieza a recordarme a esos referendums que se convocan una y otra vez hasta que salga el resultado que esperan los convocantes. Al margen de lo desagradable del asunto (a Blanca ya le ha dado una pericarditis o inflamación de corazón; y no me extraña), me sorprende mucho que Carmen Cervera de pronto conceda tanta importancia a los lazos de sangre. No fue tan quisquilloso el barón cuando adoptó a Borja, de cuyo padre biológico por cierto Tita nunca ha querido revelar el nombre... Que a una mujer que ha recurrido a la adopción para convertirse en madre a los sesenta le preocupe tanto el ADN es paradójico. Y si la tercera prueba demuestra también que Borja es el padre, ¿querrá entonces más Tita a su nieto por ser biológico? ¿Quiere acaso menos a sus dos hijas mellizas por no serlo?