Diario de León
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León

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Nadie puede hacerlo todo mal. La dictadura que sufrimos durante demasiados años, hizo muchas cosas equivocadas, aunque este es ya momento de olvidar aquellos malos tragos y mirar a un futuro en el que aquella desventura no vuelva a repetirse de ninguna manera.

Pero entre tanto malo, hay algunas cosas que han merecido ser conservadas. Por ejemplo, en lo que a la gastronomía se refiere, se han conservado y se han reeditado en numerosas ocasiones, los libros publicados por la Sección Femenina del Movimiento, aquella que obligaba a todas las mujeres jóvenes a realizar una especie de «mili» de tres meses.

La Sección Femenina tenía unas cátedras ambulantes que visitaban el entorno rural enseñando cosas que la gente de los pueblos ya sabía, y confundiéndoles, por ejemplo, con el recuerdo del folklore autóctono, que las bienintencionadas mujeres de las cátedras, llevan de un lado a otro mezclándolo, tamizándolo según sus gustos y convirtiendo la memoria del pueblo en algo que nada tenía que ver con sus orígenes. Pero a la vez, estas mujeres recogían, por ejemplo, recetas de los distintos lugares que visitaban, haciéndose con un importante acerbo, del que una selección fue publicada en varios libros que se han convertido en clásicos, y que se han publicado una y otra vez hasta nuestros días.

Uno de los más originales de estos volúmenes lo ha sacado a la luz recientemente la Editorial Santillana. Se trata del

Recetario para olla a presión y batidora eléctrica,

publicado en 1961, un momento en el que estos instrumentos de cocina apenas estaban difundidos.

El volumen, firmado por Ana María Herrera, es exhaustivo, paseando por todos y cada uno de los platos de la cocina española y haciendo, incluso, algunas entradas en la cocina internacional. Todas sus recetas tienen plena validez en este momento y pueden servirnos para hacer un mejor uso de las ollas a presión, aunque naturalmente hay que adaptar las fórmulas a las ollas super-rápidas de este momento. Cuenta el libro, además, con unos deliciosos dibujos que muestran de forma estupenda como se entendía el difícil arte de la ilustración a mediados del siglo pasado y que, por desgracia, no tienen la firma de su autor. Un libro muy aconsejable, a pesar de venir de donde viene-¦ que nadie es capaz, ni proponiéndoselo, de hacerlo todo mal.

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