Diario de León
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León

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|||| No hace tanto, cuando se veía por estos lares a un japonés armado con su cámara fotográfica, se sucumbía a nuestro particular baño de superioridad occidental y era fácil oír: «Mira, el pobre hombre no para de hacer fotos-¦». Con el tiempo, con las cámaras incorporadas a cualquier aparato electrónico, es aquí y ahora donde no se para de disparar fotos a todo lo que se menea e, incluso, a asistir a un acontecimiento y en lugar de disfrutarlo se ve cómo se destinan todas las energías en retratarlo.

El voraz paso de las innovaciones tecnológicas tiene la culpa y en el camino se ha llevado por delante la mítica Polaroid, ese invento fascinante que permitía ver fotografías al instante y que más que calidad lo que vendía era todo un acontecimiento social que asombraba, aún lo hace, a niños y mayores. Pero como todo es digital, Polaroid se recicla, deja de fabricar los consumibles clásicos y se centra en su híbrido de cámara digital instantánea, a partir de un proyecto que data de 2004.

Edwind Land, hace la friolera de sesenta años, se sacó de la chistera esa forma de fotografiar que permitía recordar al instante. Aquella máquina que mitificó Andy Warhol tambiñen se convertirá en reliquia arrollada por la cultura rápida.

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