Así funciona el sistema sanitario en Estados Unidos
Traslado en ambulancia: 475 dólares; bombona de oxigeno: 50 dólares; gasolina: 7 dólares; total 532 dólares por un paseo al hospital más cercano. Asústense, todavía queda más. Estancia en una habitación del servicio de emergencia durante tres horas: 662 dólares; atención médica: 106 dólares y medicamentos cerca de 5 dólares; ¡Bienvenidos al sistema sanitario estadounidense!.
Como pueden ver, una simple reacción alérgica a un medicamento que precise hospitalización y traslado urgente a un centro sanitario cercano puede costarle muy caro a este lado del Atlántico. Por supuesto, no estamos hablando de apendicitis, donde el precio de saldo ronda los 40.000 dólares.
Con este panorama, donde cobra hasta el apuntador como bien indican las facturas del Centro Médico de Nueva York Saint Vincent-™s o del Departamento de Emergencia de los Bomberos, los nuevos datos dados a conocer por el censo estadounidense ponen los pelos de punta: cerca de 47 millones de ciudadanos no cuentan con un seguro que costee los gastos médicos.
Sin esta clase de ángel de la guarda, cualquier persona con un sueldo mínimo se verá obligado a correr con los costes de su tratamiento aunque, en muchas ocasiones, los costosos seguros, que pueden suponer una media de 300 dólares mensuales, no cubren toda clase de procedimientos, es decir, que el ciudadano debe pagar la diferencia.
Además, los requisitos para ser aceptado por algunas de las compañías aseguradoras suelen ser bastante rígidos ya que no quieren arriesgarse a contratar un cliente cuya salud vaya a suponerles un desembolso a largo plazo.
En solo un año, 2,2 millones de estadounidenses se han quedado sin seguro médico y la culpa la tienen las empresas, que han dejado de emplear nuevos trabajadores y cubrir dichos costes como parte del contrato. Por supuesto, los peor parados son los más pequeños.
Alrededor de un 11,7 por ciento de los menores de 18 años no tienen acceso a tratamiento sanitario.
Actualmente, sólo existen dos métodos similares al sistema sanitario de nuestro país. Por un lado el Medicare, del que sólo pueden disfrutar los mayores de 65 años o las personas que hayan trabajado un mínimo de 10 años y en el que también existe una letra pequeña que no ofrece una atención cien por cien gratuita.
Por otro, el Medicaid es el servicio destinado a cubrir costes sanitarios de personas sin ingresos. A día de hoy, sólo alrededor de 6,5 millones de personas disfrutan de alguno de los dos servicios, donde entrar es básicamente imposible si se cuenta.