Diario de León

Las heridas de la guerra bosnia siguen sangrando

Senida Becirovic, una joven que cuando era un bebé fue sacada de su casa por un soldado serbo-bosnio en Kalesija, ha encontrado a su padre después de 16 años

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|||| Cuando a comienzos de la guerra, en 1992, las tropas serbo-bosnias llegaron a Kalesija, localidad a unos 200 kilómetros al este de Sarajevo, se llevaron de la casa a la madre y a la hermana de Senida, a sus tíos y a otros parientes. Becirovic, entonces un bebé de apenas nueve meses, se había quedado olvidada en un sofá.

Horas después, un soldado serbo-bosnio que pasaba cerca de la casa de los Becirovic oyó los llantos de un bebé, se acercó, la vio abandonada y la llevó a la casa de su madre en la cercana ciudad de Vlasenica para que ella se ocupara de la niña.

El padre de Senida Becirovic, Muhamed Becirovic, desde entonces no sabía nada de sus familiares más próximos, ni siquiera si estaban vivos. Decidió denunciar a la Cruz Roja la desaparición de su familia y donó sangre para los análisis de ADN que e realizaban para identificar a las víctimas de la guerra exhumadas de las fosas comunes en Bosnia. El misterio del destino de su hija menor, Senida, fue esclarecido con ayuda del Centro de Asuntos Sociales de Belgrado, que encontró a la joven quien, bajo el nombre de Mila Jankovic, vivía en la capital serbia adoptaba por el matrimonio Jankovic.

La madre del soldado que trajo al bebé a su casa entregó a la niña varios meses después al Centro local de asuntos sociales en Vlasenica, en el este de Bosnia, y esta institución decidió dar más tarde la niña a la adopción.

El matrimonio Jankovic, de Belgrado, ya de edad avanzada, quería adoptar al bebé tras haber perdido, años antes, a sus hijos, dos varones, en una accidente de tráfico. Entonces, en memoria de su fallecido hijo Milan, le dieron a la niña el nombre Mila, y, según cuenta esta joven, se ocuparon de ella con gran atención y cuidado, «como si fuera su hija», durante 14 años.

«Mi infancia fue feliz. He crecido junto a esas personas de gran corazón, en el barrio de Banovo Brdo, que para mí es la parte más bonita de Belgrado. He tenido muchos amigos. Nunca me faltó de nada, nunca me sentí sola», declaró Mila Jankovic en Kalesija, donde está ahora en la casa de su padre biológico. Él vive en Alemania desde antes de la guerra y desearía llevarla consigo allá.

Hace pocos años que sus padres adoptivos le revelaron que ella no era su hija, que nació en una pequeña localidad de las proximidades de Vlasenica y que posiblemente era musulmana.

«Me gustaba muchísimo ver la telenovela brasileña El amor prohibido, sobre el amor entre una musulmana y un cristiano. Fue el momento cuando mi madre adoptiva, Zivana, me dijo que quizás no por pura casualidad me gustaba la telenovela, y que algo similar podría ocurrirme también a mí», cuenta la joven. «Eso despertó en mí el interés por saber quién soy», agregó. La joven será tachada de la lista de las personas desaparecidas y obtendrá la identidad de Senida Becirovic, como cuando nació.

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