Imprescindibles en la vida cotidiana de los consumidores

|||| Los áridos se clasifican en naturales (arenas, gravas, rocas trituradas), usados para la construcción y aplicaciones industriales; ligeros (la densidad de la partícula es menor de 2.000 kilogramos por metro cúbico), con los que se fabrican hormigones ligeros, cerámicas, rellenos especiales y prefabricados ligeros y, secundarios (artificiales) y reciclados, empleados para materiales de relleno, bases y subbases de carreteras.

Desde Anefa se explica que para fabricar un metro cúbico de hormigón se necesitan entre 1,8 y 1,9 toneladas de áridos; para una vivienda unifamiliar entre 100 y 300 toneladas; para un colegio entre 2.000 y 4.000, para un kilómetro de vías de ferrocarril 10.000, y para uno de autopista unas 30.000.

En el citado artículo de Consumer se recuerda que incluso el vidrio lleva arenas o áridos finos para mejorar las propiedades de ventanas, vasos o botellas. Todo ello sin olvidar la contribución de los áridos al sector energético, bien para la construcción de centrales eléctricas o la desulfuración de gases, contribuyendo a reducir su impacto medioambiental. Además, el papel o la pintura mejoran gracias a los áridos calizos; la agricultura los utiliza para corregir la acidez del suelo; la ganadería emplea piensos con este ingrediente; muchos principios activos de medicamentos se valen de áridos; el sector cosmético los incluye en el maquillaje o la pasta de dientes; la industria del caucho los emplea en la fabricación de neumáticos; las empresas químicas para gran variedad de productos, desde detergentes hasta plásticos, y hasta el sector alimentario hace uso de ellos (fermentación de vino, cerveza y pan, fabricación del azúcar).