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Publicado por
León

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|||| «Hay unos chicos que se quieren hacer unas fotos», le dijo Maite a su hijo, Luis, una mañana de hace unos años, cuando a su establecimiento, la taberna Casa Julio, llegaron unos músicos y un montón de gente más. Luis le dio la importancia necesaria, puesto que el local, en la calle Madera 37 de Madrid, está próximo a Malasaña y circulan artistas que descubren, en sus calles y bares, puntos interesantes para retratarse. Además, esta vez se trataba del alquiler del bar para una sesión fotográfica, aunque no le habían especificado de quién se trataba. Unos más, debió de pensar. La señora Maite, por su parte, murmuraría: a ver si no dan mucho la lata... Y la dieron en el mejor de los sentidos, puesto que aquel encuentro de ese día es el buque insignia del local, sin despreciar las exquisitas croquetas, obra maestra que cada día se cocinan en sus fogones.

Cuando Luis salió a ver a esos chavales que iban a utilizar su bar para adornar sus fotos se dio de bruces con el mismísimo Bono y el resto de la banda de los U2. Eran ellos, la banda irlandesa, los enigmáticos clientes. Ahora, las fotos cuelgan en el bar y se han convertido en reclamo y lugar de peregrinación para todo tipo de público, anónimo e ilustre.

Los Bono, The Edge y demás comieron, tomaron café y se retrataron. Bono se dejó olvidadas sus míticas gafas, pero volvió a recogerlas. La señora Maite, todo un derroche de amabilidad y simpatía resume con puntería el acontecimiento: «Si levanta la cabeza mi padre y descubre que al bar le llaman la Taberna de Bono le da algo. Menos mal que ya ha vuelto a ser lo que era: el bar Casa Julio». Un lugar en el que, aunque no tocaran ni cantaran, actuaron los mismísimos U2.