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León

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|||| Uno de los laboratorios más avanzados del mundo es la principal herramienta de Volvo Cars en la búsqueda de un consumo de combustible más bajo y unas emisiones contaminantes más reducidas. El laboratorio de emisiones lo utiliza el fabricante para las pruebas en todas las fases del desarrollo de sus vehículos, como cuando ya se han optimizado los parámetros del motor para reducir las emisiones. El resultado se verifica realizando una prueba en el laboratorio de emisiones, un proceso que se repite hasta obtener los resultados óptimos. Partiendo de datos básicos sobre resistencia aerodinámica, resistencia a la rodadura y pérdidas parásitas en un determinado modelo, los nuevos datos pueden probarse en otro vehículo, aunque se calculen e interpreten para el modelo deseado. Para garantizar una medidas fiables, el laboratorio de emisiones se rige por unas normas muy estrictas: sólo podrá repetirse una prueba cuando la temperatura del vehículo en cuestión alcance idénticos grados con los que se realizo el ensayo anterior. Como cabe suponer, la temperatura del garaje donde se almacenan los vehículos también se controla exhaustivamente y se mantiene a 20º C.

El laboratorio de emisiones de Volvo, que ya era una referencia cuando se construyó a principios de los años 70, tras 35 años y una inversión de 500 millones de coronas en los últimos seis años, sigue marcando pautas en la industria del automóvil por la precisión y fiabilidad de sus resultados.