Diario de León
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León

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|||| Ya sólo la palabreja en sí provoca un escalofrío: burofax. Es lo que le ha enviado Isabel Pantoja (a través de sus abogados) a Julián Muñoz para que abandone la casa «en el plazo de un mes», y supongo que con los brazos en alto... Pero Julián se ha hecho fuerte dentro y se resiste a desalojar Mi gitana mientras no se lo ordene un juez. Y sería una pena (además de una gran metáfora) que Muñoz abandonara su Mi Gitana esposado y escoltado por la Guardia Civil.

No sé si alguna vez Isabel le escribió a su Mi payo alguna carta de amor. De lo que sí estoy segura es de que no utilizó el burofax. El burofax es a la carta de amor lo que el día a la noche, lo que el cielo al infierno, lo que Fran Rivera a José Tomás...

Algo antitético además de incompatible. Hoy te manda alguien un burofax y es como si te estuviera mandando a sus padrinos. Porque ese sistema de envío con acuse de recibo y sello oficial implica ya una sospecha malévola, la de que el receptor del mensaje no va a querer darse por enterado y se va a hacer el loco todo lo que pueda. En esas anda Muñoz, pero lo tiene difícil (el plazo expira en una semana), porque su ex novia, por lo visto, es la propietaria del chalé y es quien paga la hipoteca.

Estoy segura de que el genio que bautizó esa urbanización como La Pera (le faltó añadir limonera) no imaginaba que el nombre, con tener muchas pretensiones, iba a quedársele corto. Porque aquello (el ex alcalde, herido de amor, resistiéndose a desalojar la casa que compartió con su amada, y ella arrojándole a la calle sin la menor compasión) a fecha de hoy no es La Pera. ¡Es la repera! Sugiero que si la Pantoja no logra expulsar a Muñoz con algo tan frío como el burofax, pruebe a ver si sale con agua caliente.

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