Cibersexo: ligar a golpe de click
Ni refugio para raros, solitarios o tímidos ni, como cantan «Las Supremas de Móstoles», un «veneno sin igual». Internet es para muchos una herramienta más que útil para ligar, encontrar pareja o disfrutar de una sexualid
|||| Internet, escribe Elisabeth G. Iborra en su libro EnRedadas (Somoslibros), es ya «uno de los canales más socorridos y permanentemente disponibles al alcance de la mayoría para ligar», y pone en bandeja «la libertad de decir o practicar aquello que fantaseas con llevar a cabo pero no te atreves por culpa de miedos, pudores, complejos, timidez, temor al juicio ajeno, represiones, prejuicios o creencias inculcadas». Sin olvidar, advierte, la parte negativa que supone «la tentación de caer en el abuso y convertirse en un adicto que recurra al cibersexo de modo compulsivo e incontrolado, hasta perder el contacto con su entorno real y relegar facetas imprescindibles para el desarrollo personal (familia, amigos, pareja...)».
Los datos hablan por sí solos del auge del cibersexo. En marzo pasado, según Nielsen, empresa de servicios de información e investigación de mercados, las webs más «calientes» que proliferan en la Red sumaron en España más de ocho millones de usuarios, frente a los más de seis del mismo mes de 2008.
Un crecimiento igual de importante registraron las webs de contactos, con 4.022.000 usuarios españoles el mes pasado, millón y medio más que en marzo del 2008, según estimaciones de Nielsen. «El mercado no ha tocado techo en España. Todavía hay juego», comenta Ana Díaz, directora de Comunicación y Márketing de Match.com, «el portal número 1 para encontrar pareja», asegura su publicidad. Con más de quince millones de usuarios activos en el mundo, cinco de ellos en España, cada año medio millón, aproximadamente, encuentra a la persona deseada a través de esta especie de Celestina virtual. «Seguro que son más pues hay quien se resiste a contarlo», destaca Díaz.
Más hombres que mujeres
Más hombres que mujeres -”60% frente a 40%-” acuden a día de hoy a este «bar gigante en el que es posible conocer a muchísima gente», como lo define Ana Díaz. «No nos sentimos identificados con la palabra cibersexo, pero sí es cierto que el objetivo final de cualquier persona que recurre a nuestro portal es tener un encuentro físico».
«Somos un país todavía tradicional en el cortejo. El hombre tiene que acercarse a la mujer para conocerla, lo contrario que ocurre en Internet, pero las cosas están cambiando a pasos agigantados», afirma la directiva de Match.com. Sus clientes tienen mayoritariamente estudios universitarios, un poder adquisitivo medio o alto, son urbanos, de entre 30 y 45 años, solteros (el 70% nunca ha estado casado), sin hijos (74%) y con un único deseo en el 80% de los casos: encontrar «una relación seria» a largo plazo.
La autora de EmRedadas asegura que, en cuestiones de sexo, «el gran negocio» en la Red, los hombres buscan «ante todo pornografía», mientras que las mujeres «navegan» en busca de «relaciones, citas,... y también sexo». «Hay -”dice en su libro-” tantas posibilidades como ciberusuarios, y servicios para satisfacer todas las necesidades y deseos».
Pero nunca, advierte Elisabeth G. Iborra, el cibersexo debería convertirse en un sustituto de la realidad, «sino en un complemento para lograr una sexualidad mejor y más placentera. Un ser humano -”continúa-” nunca puede ser sustituido por una máquina, en este caso el ordenador, por algo virtual. Nada supera al contacto piel con piel». Iván Rotella, portavoz de la Asociación Estatal de Profesionales de la Sexología, es partidario «sin dudas» del cibersexo, «una herramienta más para lograr una sexualidad satisfactoria y placentera. Estimula la imaginación y puede ser un complemento más en las relaciones de pareja».
En opinión de Rotella, sentarse ante el ordenador a la búsqueda de sensaciones y conocimientos nuevos en materia de sexo «invita a romper la soledad y a muchas personas -dice- les permite salvar trámites que en la calle, en la vida real, pueden costar toda una vida. Facilita la comunicación, conocer a personas afines de forma mucho más rápida».
Valores positivos
Vega Arranz, psicóloga y sexóloga, también encuentra «positivo» el cibersexo. «Como todo en la vida, es una cuestión de medida, ya que un uso desmedido puede crear adicción. En materia de sexualidad, Internet -”continúa-” ha abierto muchas posibilidades, por su accesibilidad. Permite desarrollar fantasías, explorar otros mundos de manera placentera....Se ha convertido en un juguete erótico más que ayuda a desinhibirse, a llevar nuestra sexualidad más allá».
Por su consulta, asegura, no han pasado todavía muchos adictos al sexo en la Red, ya que se trata de un fenómeno «aún reciente», si bien advierte que hay casos que lo que esconden «pura y simplemente es un sentimiento de culpa, no una adicción propiamente dicha». «Ese sentimiento, en éste y otros muchos placeres de la vida, nos hace mucho mal», recalca.
Julio Bobes, catedrático de Psiquiatría en la Universidad de Oviedo, además de presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría Biológica, aprecia «claros y sombras» en la Red, aspectos, muchos, que «pueden facilitarnos la vida y otros que pueden complicárnoslas, ¡y de qué manera!».
«Internet -”insiste este psiquia-”ra- facilita la comunicación entre personas con fines afectivos, es útil especialmente para personas inhibidas socialmente, tímidas, pero también tiene una cara B, y en este caso del cibersexo estaríamos hablando de adicción, de peligros para la infancia y la juventud, de pornografía infantil, de pederastia.... El acceso de los menores a la Red es el problema». Vega Arranz habla del cibersexo «llevado al punto más dañino».