Cocina centroeuropea en El Crucero
El restaurante Casa de Pedro ofrece una gastronomía diferente y llena de atractivos
Un ilustre cocinero que ha pasado la mayor parte de su ya larga carrera profesional en Mallorca, tiene que, naturalmente, ser un gran experto en la cocina centroeuropea, no en vano son alemanes la mayoría de los visitantes de las hermosas islas mediterráneas, y también buena parte de los residentes en ellas.
Pedro Martorell que, aunque nació en Alicante, se considera mallorquín por los cuatro costados, se ha instalado en León, simplemente, porque se enamoró de una mujer leonesa. No es la primera, ni la segunda, ni la tercera vez, que grandes cocineros de distintos puntos de España, coinciden en el argumento: «Las mujeres leonesas no pueden vivir lejos de su tierra, y son capaces de traer a ella a sus enamorados». Y es que se ve que la cocina es una profesión de empedernidos románticos.
Pedro ha atracado su nave gastronómica en el populoso barrio de El Crucero, un cruce de caminos que ha acabado siendo también un cruce de culturas, una Babel en miniatura donde todos se entienden en perfecta armonía. El lugar escogido para situar su Casa de Pedro, ha sido el local donde hace ya más de treinta años se escuchaban los armónicos quejíos del flamenco: El Camborio. Tablado flamenco, restaurante típico, y en los últimos tiempos taberna de referencia en el populoso barrio. Pedro ha roto con toda la historia y ha renovado el local de punta a cola. «He querido -”dice-” mantener la estructura de bodega típicas, pero he tenido que hacer una obra muy importante, el tiempo no pasó en balde para el local. Pero la mayor novedad es la cocina, aquí apenas había un pequeño fogón y una parrilla en el mismo comedor. Hemos instalado una cocina moderna, para lo que hemos tenido que prescindir de una parte del espacio del comedor. A pesar de todo no es demasiado grande, pero cuenta con todo lo necesario para que un buen profesional disfrute trabajando». Pedro Martorell, enseña la cocina como la gran pieza del rompecabezas culinario que ha tenido que realizar para poner el viejo local en franquía.
Como decíamos al principio, lo más importante de la carta de la Casa de Pedro, es su vinculación con los gustos de Centroeuropa. «Mi idea es hacer cocina de autor con todas las consecuencias. Pero he empezado poco a poco, con platos que estoy seguro gustarán a todos. De cualquier manera nunca puedo dejar a un lado la creatividad, son muchos años de trabajo en los mejores restaurantes de hoteles y campos de golf de Mallorca, donde podía dar tienda suelta a mi imaginación».
La carta del nuevo restaurante, lleva abierto poco más de un mes, tiene el atractivo de lo diferente, y vamos a desgranarla partiendo de los entrantes. En ellos nos encontramos, por ejemplo, con un delicioso Foie con manzana caramelizada, o un estupendo Pate de la casa con arándanos.
Después ofrece Pedro una interesante sección de pastas: Noquis de espinacas con case de tomate, Fetuchino al salmón, Parpadele al curry-¦ o arroces como la Paella ciega, que aquí normalmente se llama paella del señorito, por estar libre de las cáscaras y las espinas de todos los ingredientes, o el Arroz con bogavante, que se elabora por encargo.
En el capítulo de pescados solamente figura en la carta el Confit de lomo de bacalao gratinado, pero todos los días Pedro se pasa por la pescadería y sueñe ofrecer rodaballo, merluza, mero y cuantos peces frescos y sabrosos encuentra.
En carnes hay hasta nueve entradas, de ellas destacamos su Magret de pato glaseado con salsa de higos, el Lomo de ciervo pirenaico al estilo de la casa, las Tiras de solomillo al estilo Zurich con sdpatze, (buena carne acompañada de una salsa deliciosa y de pasta, en vez de las clásicas patatas fritas) y el Tibón de ternera al grill con guarnición (con solomillo y entrecot). No pueden faltarlas chuletillas y la paletilla de cordero (que cocinan con romero) y los inevitables solomillo, entrecot y chuletones.
Todos los postres son deliciosos y están maravillosamente presentados: Bocaditos de fresones (con chocolate y nata), Gató de helado con almendra (el gató es un postre típico mallorquín parecido a la Tarta de Santiago), y, por no extendernos más, el Estrudel de manzana y frutos secos con salsa de vainilla, pletórico de sabores y texturas, una auténtica tentación para cualquier goloso que se precie.
Digamos, para finalizar, que a diario el menú del día cuesta diez euros y los fines de semana doce. Son, sin duda, los mejores del barrio en relación calidad precio.