La tinta china se extingue
China promueve escuelas y universidades de la caligrafía y de la tinta y la pluma para evitar su muerte con la era tecnológica
Durante los últimos años el Gobierno promueve en las escuelas y universidades la caligrafía y en su defecto la tinta, la pluma y el tintero», dice Sun Chengui, un hombre de 53 años y que lleva más de treinta dedicándose a fabricar tinta.
Sun muestra las barras de tinta Hui, unas de las más famosas dentro de los diferentes tipos, que tiene expuestas ordenadamente sobre su mesa y explica cómo ésta surge de una combinación de «hollín de los pinos, goma, perfume y algún tipo de medicina tradicional china».
A pesar de que Sun vende grandes cantidades de este producto a Japón, Corea del Sur y Taiwán, sentencia que el negocio «ya no es lo que fue», ya que hoy «la mayoría de mis clientes son pintores y estudiantes. El resto de personas la compran tan sólo como recuerdo».
Utilizada por poetas, pintores y calígrafos, la tinta china de Hui es calificada por los chinos como una «flor especial» dentro de los Cuatro Tesoros del Estudio, que es como la cultura china denomina al papel, la tinta, el pincel del calígrafo y al tintero de piedra.
Esta tinta se remonta a la dinastía Tang (siglo VII), época considerada como la «Edad de Oro» por la enorme producción literaria que dejó, pero también marcada por innumerables conflictos que empujó a los profesionales de este arte a trasladarse a las zonas del sur donde muchos de ellos se instalaron.
Según cuentan los historiadores chinos, Xi Chao, un profesional en la elaboración de la tinta, llegó durante está época de conflictos desde la provincia de Hebei (noreste) al distrito de Shexian, en la provincia de Anhui, en el este de China.
Acompañado por su hijo, ambos enseguida se dieron cuenta de que el ambiente que ofrecía el lugar, ríos limpios, poblados pinos y aire fresco, era propicio para el buen desarrollo de su oficio.
Padre e hijo comenzaron muy pronto a trabajar cautivando con sus habilidades al emperador Li Yu, que en señal de admiración les otorgó su propio apellido, Li.
«Si tienes una buena tinta, serás como un comandante en un buen caballo» o «es fácil conseguir oro, pero difícil fabricar tinta Li», son hoy unos de los dichos más famosos de la cultura popular del lugar.
También los tinteros Sheyan fueron una de las debilidades del emperador Li, del que dicen que tenía a su disposición funcionarios encargados exclusivamente de escoger los más bellos Sheyan.
Patrimonio Cultural
El 20 de mayo del 2006 los Sheyan fueron nombrados parte de la lista de Patrimonio Cultural del Estado y en Anhui, 226 personas se eligieron como maestros para inculcar esta profesión a las nuevas generaciones, con el objetivo de que continúen dedicándose a ella. El riesgo de desaparición de estos objetos es elevado, ya que además de correr el peligro de caer en el olvido arrastrados por la modernización, «las piedras se recogen en la montaña de Long Wei que lleva más de 1.200 años explotándose y ya existe una gran escasez de recursos», comenta Zheng Han, uno de los 226 profesores seleccionados en 2006.
Convertidos en unos de los regalos preferidos por los líderes chinos a las visitas oficiales extranjeras, según Zheng «el Gobierno se está esforzando mucho en promover su desarrollo».
Algo de lo que este maestro se enorgullece, ya que «en la historia de china los Sheyan han sido un elemento necesario para los intelectuales. Es uno de los tesoros de nuestra cultural y uno de los grandes legados de nuestro antepasados», concluye.