Diario de León

Fidel Castro prolonga el suspense

El líder comunista cumple 83 años sin aclarar quién manda

Publicado por
Milagros López de Guereño
León

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«Deseo de ver, de conocer» es la definición de curiosidad. Eso es exactamente lo que tienen los cubanos con Fidel Castro, quien lleva más de tres años sin aparecer en público. Este jueves cumplió 83 años. Fiel a la que ha sido una constante en su vida, poco o nada trasciende de su día a día. Sólo lo que en alguno de sus escritos él mismo ha contado. Lee, ve la televisión -”no se pierde los partidos de béisbol de la selección cubana-”, escribe y hace ejercicios de recuperación. Ocasionalmente se le ha visto en fotografías o en algún vídeo, recibiendo a dignatarios extranjeros o a algún amigo, como el Nobel Gabriel García Márquez.

Eligió ser un soldado de las ideas, pero sigue siendo el primer secretario del Partido Comunista de Cuba (PCC), el cargo más importante en el organigrama de poder en la isla caribeña.

A estas alturas ha quedado claro que una enfermedad intestinal le ha impedido morir con las botas puestas o, mejor dicho, con el uniforme puesto, ya que las botas las había cambiado por zapatillas deportivas hacía algún tiempo.

Pero, como dice el refranero popular, no hay mal que por bien no venga. A cambio de retirarse de la vida política pública puede disfrutar de una vejez tranquila, aunque a sus enemigos les moleste.

En un ejercicio de imaginación podríamos verlo haciendo el papel de abuelo. Sin embargo, resulta más acorde a la personalidad que ha mostrado en estos años visualizarlo leyendo o hablando de política. Porque que escribe está más que confirmado.

Sus reflexiones

En los 1.109 días desde el 26 de julio del 2006 -”su última aparición en el aniversario del asalto al cuartel Moncada en Holguín-” hasta ahora lleva publicados centenares de reflexiones y columnas. Desde ahí expone su visión de los acontecimientos.

Generalmente, se refiere a asuntos internacionales o a recordar episodios de la historia de Cuba.

Algunos de sus escritos parecen chocar con las posiciones oficiales de su hermano, el general y presidente. No obstante, los militantes más ortodoxos aseguran que, aunque pueda parecerlo, ocurre como en las mejores familias.

Los hermanos discuten o mantienen opiniones divergentes, pero en el fondo ambos aspiran a lo mismo: a que se mantenga el socialismo en Cuba y que la revolución por la que los dos lucharon hace más de cincuenta años siga su rumbo.

Durante la ausencia del comandante algunos diplomáticos y también cubanos se preguntan si manda Raúl o sigue moviendo los hilos Fidel. Esa cuestión parece ya agua pasada. El Gobierno raulista adoptó pequeñas medidas que repercutían directamente en la población: permitir la venta de reproductores de vídeo, alojarse en hoteles, ajustar los salarios para que se gane en función a la capacidad y el esfuerzo, y aceptar el pluriempleo, entre otras.

La gente quiere ver un cambio económico rápidamente, pero, de momento, aguanta el chaparrón, más o menos a regañadientes.

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