Carmelo Gómez: «A veces he pagado por decir lo que pienso»
El actor leonés acaba de estrenar la ópera prima «Agallas»
Carmelo Gómez entró en el cine «por la puerta grande» y con muchas «agallas». Lo primero que hizo en la gran pantalla fue de figurante en la célebre película de Fernando Fernán Gómez El viaje a ninguna parte , recuerda el actor leonés, para quien las «agallas» de sus inicios se han convertido en «escamas». «Al principio tenía mucha ilusión, energía y una seguridad, aunque ésta fuese inventada. Pero, a veces, las agallas, te ponen al servicio del enemigo. Ahora hay que tener escamas para aguantar y ver qué pasa», dice.
Gómez juega con las palabras, está promocionando su nuevo trabajo, Agallas , ópera prima de Andrés Luque Pérez y Samuel Martín Mateos en la que hace de malo malísimo y que le ha permitido quitarse el corsé de personajes con conflicto interior, que se han convertido en su especialidad. «Siempre he hecho de introvertido, de tipos con luchas interiores. Tenía muchas ganas de hacer cine de acción, hacer el gamberro y meterme en la piel de hombres que hacían cosas como bucear, torear o lo que haga falta. Me apetecía romper con eso porque se tiene la idea de que sólo se hacer una cosa. Además, los papeles de malo son más bonitos», asegura.
Se machaca en cada proyecto -”los directores contaron que en los descansos del rodaje siempre estaba estudiando, concentrado-” y su compromiso con el trabajo causa admiración entre sus compañeros. El último, Hugo Silva, su partenaire en este thriller de miedo, ambición y traición que este viernes se estrena en España con 150 copias. Gómez leyó hace seis años el primer guión de esta historia en la que está muy presente la comida, bebida y la «retranca» gallega. «Hablo más gallego que los actores gallegos del filme, que fueron muy generosos conmigo», declara el coprotagonista de «Agallas», donde encarna a un rico empresario propietario de una empresa de productos del mar, su tapadera para robar, matar y extorsionar.
Como de los capos gallegos la única referencia que tenía era «la foto que les hacen cuando son detenidos por la policía», Gómez se fijó en el mafioso italiano, en los personajes de Uno de los nuestros y Érase una vez en América «Lo más bonito de componer un personaje es preguntarte qué pasaría si, una vez encajado, haces lo contrario. Y cuando te das cuenta que también vale es maravilloso. Rodar es divertido cuando haces personajes lúdicos como éste. Firmaba por hacer siempre papeles secundarios, son mucho más atractivos. En Estados Unidos hay magníficos secundarios que siempre hacen un trabajo especial y difícil. Aquí se tiene la idea de que el peso de una película tiene que recaer en los galanes, en los guapos y jóvenes», destaca.
En la primera lectura de guión, el protagonista de Días contados se dio cuenta qué el estilo de trabajo de Hugo Silva era muy distinto al suyo. «Hugo es un chico muy majo, muy guapo muy buena gente. Nadie se metió en el trabajo de nadie. Lo que más envidia me da de Hugo es su seguridad ante la cámara. Siempre he creído que la mirada del cine era más serena y reposada que la de la televisión y ahora en él reconozco a un hombre de cine», declara Gómez, que se emocionó cuando su partenaire destacó su humanidad.
A la espera
Inmerso en la gira de la obra de teatro Días de vino y rosas , Carmelo Gómez se siente expuesto «permanentemente» y en todos los ámbitos. «Tienes que ser educado y buen chico, y en el trabajo tienes que estar siempre a la altura. El actor está condicionado por lo que la gente piensa de él. Yo me he expuesto y arriesgado mucho contra la guerra de Irak, a favor del pueblo saharaui...Estoy muy vinculado a la justicia social y, de algún modo, tenemos un compromiso porque reproducimos, en ficción, la realidad. Y si ésta te importa un carajo, pues te repites. Por mi actitud y por no haberme callado estoy donde estoy, lo he pagado, pero como el cine me lo ha dado todo...», expone.
Y ¿dónde está el actor de «Vacas», «El detective y la muerte», «El perro del hortelano» y «Secretos del corazón»? «No tengo energía para saber lo que hay que hacer. Como estoy confuso, espero, pero no es una espera pasiva porque estoy dando clases de interpretación a jóvenes», desvela.
Muy arrepentido de no haber aprendido inglés, el actor no tiene nada a la vista, situación que ya vivió entre Nos miran y El método Gronholm . «Estuve tres años en paro. Cuando la curva va hacia abajo hay que aguantar y cuando esté arriba, aprovecharla», comenta este actor que, hasta ahora, ha dicho que no a la televisión, el medio en el que comenzó a ser una cara conocida para el gran público por ser el «ministral» en la miniserie «La Regenta».