Los Gordos de Sánchez Arévalo

Dice Daniel Sánchez Arévalo que se sorprende cuando se le trata como a un director de éxito porque solo lleva dos películas y es consciente de que esto no ha hecho más que empezar. Con Azul Oscuro Casi Negro sorprendió, principalmente, y más que nada, porque fue una noticia agradable dentro del panorama del cine patrio. Era una buena película, tal vez de las mejores del año. Tiene algo especial el madrileño y la sensatez parece que es una de sus virtudes. Ahora, con Gordos parece que vuelve a dar con la tecla del acierto. Puso a varios actores como auténticas focas y la cosa no ha debido de ser gratuita. Elogios le quedan por recibir y se espera que mantenga la sangre fría de no creérselo. Todo perfecto. Pero da la sensación de que el estado de ansiedad ante la posibilidad de que las burbujas de los estrenos se desvanezcan demasiado pronto, lleva a las productoras y distribuidoras a acciones de marketing que rozan lo demencial. Que dejen que la película tome aire. Y, ante todo, que confíen en ella. Yo, al menos, confiaría en Daniel Sánchez Arévalo. Porque ¿alguien se va a animar más a ver una película con la esperanza de que le toque una cesta de chocolate en un sorteo? Almodóvar, en la última, sacó hasta una línea de tazas con el rostro de Penélope Cruz con estética a lo Warhol. Las tazas son preciosas.