León en el corazón de Ribera

Las cifras hablan por sí solas, pero no explican la singularidad de la sociedad, la magnitud de la actividad desde el punto de vista emocional, las expectativas de futuro o la ilusión de los hombres y los nombres que están detrás del proyecto... Y tampoco pueden pintar la belleza del más hermoso viñedo de la Denominación de Origen Ribera del Duero. Hombres y nombres singulares, genuinamente leoneses, fueron el germen de lo que hoy es Bodegas Vinos de León. Vile toda la vida. Setenta bodegueros, distribuidores e inversores, todos ellos leoneses muy populares, crearon la sociedad en 1968 con una participación muy atomizada. Quedan cincuenta y ahora uno solo de ellos concentra casi el 45% de la propiedad. Pero en el tiempo transcurrido han cambiado enormemente los objetivos y la actividad de una bodega que llegó a producir dieciséis millones de botellas de vino de mesa al año. Lo recuerda muy bien Pablo San José Recio, entonces y ahora director general de la empresa, cara de la compañía ante la sociedad y siempre máximo responsable de las decisiones importantes sobre la misma. Recuerda, por ejemplo, como cada día se enviaba un camión con cinco mil botellas para el campamento militar de El Ferral y otro igual para los reclutas del cuartel de Figueirido, en Pontevedra. Pero los nuevos hábitos sociales y la caída del consumo obligó a la sociedad a reorientar la actividad hacia la producción de vinos calidad... aquí y allá. Aquí, mientras el prieto picudo era despreciado por casi todos, la bodega lo convirtió en su apuesta de futuro bajo una primera etiqueta del legendario Don Suero. Allá, Ribera de Duero despertaba entonces grandes expectativas en el mundo de la enología y se abría como una buena oportunidad de negocio. Vinos de León compró en 1986, treinta años después de su fundación, la Cooperativa de San Antolín, en Nava de Roa (Burgos), asumiendo el compromiso de compra de la uva de los socios viticultores. Y ese mismo año, en una operación tan oportuna como anecdótica, adquirió en Gumiel del Mercado una finca de 130 hectáreas en una sola pieza. Eran terrenos dedicados entonces al cereal, que se cultivaba sobre las suaves ondulaciones de las laderas del valle que abre camino hacia Gumiel de Hizán. Se trata de suelos impregnados de caliza, con baja materia orgánica, pero rica en sílice y elementos calcáreos. Nadie hubiera pensado entonces que un año después se plantarían allí las primeras cepas y, menos aún, que allí se cultivaría una vid fuerte y sana, especialmente apta para la producción y elaboración de los mejores caldos. De las aproximadamente cien hectáreas sobre las que se extiende el viñedo -”parte de las otras treinta las ocupan hermosos pinares y el trazado de los caminos, sendas todas ellas paseables, que dan acceso a los distintos pagos-”, unas ochenta y cinco se dedican al cultivo de tempranillo, que en la zona toma los nombres de tinto fino o tinta de Castilla, y las otras quince prácticamente se reparten a partes iguales entre dos castas de origen francés, cabernet sauvignon y merlot, ambas autoriz adas también por la normativa del Consejo Regulador de la Denominación de Origen Ribera del Duero.

Con la producción de ese hermoso viñedo, sin duda el más envidiable de la meseta de Castilla, y la aportación de los socios de la histórica cooperativa, Señorío de Nava elabora anualmente unos cuatro millones de botellas de vino calificado en las presentaciones de rosado -”sólo para atender el mercado del tradicional clarete en el entorno geográfico-”, tinto joven, roble, crianza y el crianza de vendimia seleccionada y top de gama que etiqueta como Finca de San Cobate, tomando en este caso el nombre de la viña y asumiendo la caracterización de uno de los siete terroir del viñedo propio, en los que las diferentes composiciones saltan ya a la vista, aunque permitirían elaborar hasta siete vinos con personalidad propia.

La bodega, con domicilio social y estructura comercial ubicada en Armunia, vende en todo el territorio nacional y exporta una décima parte de la producción a los principales mercados internacionales: México, sobre todo, Puerto Rico, República Dominicana, Estados Unidos, Inglaterra, Alemania y los países nórdicos. Al catálogo antes detallado habría que sumar una elaboración singular que realiza al amparo de la misma etiqueta y al abrigo de la Denominación de Origen Rueda. Se trata de un blanco que hasta ahora mezclaba verdejo y sauvignon blanc y que a partir de esta vendimia será monovarietal de la casta de la que se presume en la zona de producción.

La labor en bodega, un edificio de tipo ch¢teau ubicado en pleno casco urbano de Nava de Roa, entre Peñafiel y Roa de Duero, la dirige el experimentado enólogo Antonio Segurado, que dispone para ello de mejores medios técnicos que le permiten digerir 25.000 kilos de uva por hora, que pasa de las tolvas a depósitos de acero de 30.000 litros de capacidad para el proceso de maceración, previo al sangrado y prensado anterior a la fermentación; cinco mil barricas de roble francés y americano para la crianza, un impresionante botellero y un nuevo tren de llenado y etiquetado que da salida a seis mil botellas por hora.

Pero la bodega se prepara ya para afrontar nuevos retos a partir del compromiso de importantes inversiones en las instalaciones y los medios, claro, pero también en el viñedo. En este caso mediante la plantación la próxima primavera de otras dieciséis hectáreas de tempranillo en las bancales ya perfilados en las laderas del viñedo. El proyecto, que implica a la Universidad de León en el análisis del suelo, tiene más que ver con el efecto visual sobre el propio viñedo que con el aprovechamiento de la propiedad, ya que hubiera sido más sencilla cualquier otra disposición. En el caso de la bodega lo que se plantea es la construcción de una nueva en la parte posterior, orientada hacia la futura autovía objeto de tanta polémica política. Se hará sobre una parte de los cien mil metros cuadrados de suelo de los que Señorío de Nava es propietaria. El resto de la superficie también será aprovechada como viñedo para dignificar el entorno y ofrecen la mejor imagen al viajero.

Esos planes se desarrollarán paralelamente a los previstos por la sociedad en León, que mantendrá la actividad en la histórica planta de Armunia para los vinos de mesa, pero que trasladará a Valdevimbre toda la relacionada con los vinos de calidad acogidos a la Denominación de Origen Tierra de León, es decir, los Valjunco blanco, rosado y tinto crianza y el laureado Don Suero, que con la cosecha del 2004 va a presentarse en las próximas semanas con la más alta calidad de elaboración de un vino permanentemente considera como uno de los cien mejores del país. Además, la bodega prevé lanzar de inmediato una segunda línea de vinos bajo la mención de Picudo. La elaboración de todos ellos la llevará a cabo en la bodega recientemente adquirida a Arturo Álvarez. Las modernas instalaciones han sido complementadas con medios técnicos que le han permitido recepcionar a lo largo de la pasada semana y la que entra toda la producción de los viñedos propios, es decir, los que ya tenía en Pajares de los Oteros -”fundamentalmente viñedo viejo en rastrera de escasa producción y destinada al Don Suero-”, la de las 55 hectáreas al pie de la bodega y adquiridas con ella y la seleccionada y adquirida sobre todo a viticultores de Pajares de los Oteros, Valdevimbre y Gordoncillo. Rompe así Vinos de León una limitación a la producción impuesta por la propia disponibilidad técnica y al tiempo prepara una gran ofensiva comercial en un mercado en el que hasta ahora ofertaba en torno a seiscientas mil botellas. Y, además, la nueva bodega le permitirá desarrollar en el futuro algún tipo de proyecto relacionado con el enoturismo aprovechando el centro de interpretación de la viña y el vino abierto en Valdevimbre y el magnífico entorno natural de la nueva propiedad.