Diario de León

Berlín recupera a su reina

El busto de Nefertiti vuelve al Neues Museum, un edificio que ha sido recuperado tras ser arrasado en la Guerra Mundial

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Gemma Casadevall
León

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El busto más codiciado del mundo ha regresado a su lugar en la Isla de los Museos, el primero desde donde fascinó al mundo, después de un largo peregrinaje por domicilios provisionales. La Reina del Nilo, de unos 3.500 años de antigüedad, superó su reestreno, de nuevo sepultada por cientos de flashes de cámaras y equipos de televisión de todo el mundo.

Nefertiti y la estatua de su esposo, el faraón Akenaton, serán ahora sus vecinos de la cánciller Angula Merekl -”vive enfrente al museo de Pérgamo-”, junto con el total de 35.000 piezas y 60.000 papiros que forman la colección del Museo Egipcio, repartidos entre las salas de exhibición y depósitos del Neues Museum. A la reina se le ha reservado un espacio de honor, bajo la cúpula del ala norte del museo, que sí sobrevivió a los bombardeos. En las restantes tres plantas se han distribuido las otras piezas, incluido Akenaton, envuelto entre sarcófagos, relieves, joyas y papiros.

La recuperación del edificio, arrasado por los bombardeos sobre el Berlín del Tercer Reich entre 1943 y 1945, costó 200 millones de euros. El encargo recayó en el arquitecto británico David Chipperfield, quien optó por dejar al aire los estragos del tiempo y no maquillar siquiera los balazos que quedaron en su superficie. Por las mismas razones que a ningún restaurador se le ocurrió «recomponer» el ojo izquierdo de Nefertiti, a Chipperfield no le pareció oportuno llevar a cabo una reconstrucción piedra a piedra. Lo que se comieron las bombas fue sustituido por nuevos materiales -”piedra natural, hormigón y finas maderas escandinavas-”, ensamblado con las ruinas y partes originales que sí sobrevivieron. De la escalinata construida en 1843 por Friedrich-August Stüler, flanqueada por frescos de Wilhelm von Kaulbach, no quedó nada en pie y en su lugar Chipperfield diseñó una imponente réplica en piedra blanca desnuda, sin sombra de clasicismo.

Para los adoradores de las reconstrucciones fieles será una perversión, pero desde que el museo reabrió sus puertas seis meses atrás, con las salas vacías, el creativo homenaje a la ruina y la cicatriz de Chipperfield se ha ganado el elogio general.

Al preestreno del edificio siguieron meses de acondicionamiento interior y hace una semana se produjo el último proceso de embalaje de Nefertiti, entre grandes medidas de seguridad, a lo que siguieron varios días de aclimatación hasta su presentación. Con su inauguración se cerró la recuperación de la Isla de los Museos, que agrupa el Pérgamo, el Neues, el Altes, el Bode y la Alte Nationalgalerie y que ha costado 1.000 millones de euros.

Se espera que concluya aquí el largo peregrinaje de la Reina del Nilo, a la que las autoridades egipcias reclaman aún como propia por considerar que fue sacada ilegalmente del país.

Nefertiti pasó sepultada y sin sobresaltos 3.400 años en el Valle de Amarna, hasta que fue descubierta por el arqueólogo Ludwig Borchardt en 1912.

Primero fue presentada en el Neues Museum, donde encandiló ya al Kaiser Guillermo II, que se llevó consigo una réplica a su exilio holandés, en 1918. También cautivó a Adolf Hitler, que además de negarse a restituirla a Egipto hizo que se la ocultase en una mina de Turingia mientras ordenaba a la población de Berlín resistir bajo los bombardeos.

De Turingia la rescataron las tropas estadounidenses y durante décadas fue exhibida en el sector americano del Berlín dividido por el Muro. Primero, a las afueras de la ciudad y a partir de 1967, en el Museo Egipcio del barrio de Charlottenburg.

Tras la reunificación vinieron un sinfín de nuevas mudanzas y ahora el Neues Museum reaparece como un tributo a los estragos del tiempo, con Nefertiti inquietando las miradas.

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