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R-¦ de León Cupra

Seat riza el rizo con la decimonovena del alfabeto-¦ declinada en 265 CV

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León

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Lo de la «R», ya se sabe, Resulta ser todo un culto a la deportividad en Seat. Así que, los técnicos de Martorell se han puesto manos a la obra para trasladar las bondades ganadas en la pista a sus incondicionales de calle: 25 caballos más que la anterior versión, un chasis tan o más efectivo y -”por aquello de enmascarar -” una imagen sin apenas cambios respecto a un Cupra «normal».

La «R», que ahora torna el rojo en plateado, no sólo avisa de loo que se esconde bajo el capó delantero. También las llantas de 19 pulgadas -”calzadas en 235/35-” tampoco se quedan cortas a la hora de poner en antecedentes al observador avezado.

En el interior: volante y pomo de palanca específicos para esta versión, asientos marcadamente anatómicos, con reposacabezas integrados, y conjunto de pedales en aluminio. En general, se incrementa el equipamiento de serie con respecto al Cupra a secas , a la vez que se personaliza el cuadro de instrumentos con iluminación Led y la «R» en el velocímetro. Además, para que los ocupantes sólo disfruten

-”y sufran lo menos posible-” los técnicos han trabajado sobre la sonoridad mecánica, automáticamente atenuada cuando se rueda en crucero .

En el plano motorístico, cabe apuntar que nos encontramos ante uno de los mejores tetracilíndricos de 2.0 litros que pueblan los catálogos de los diferentes constructores; es el mismo que monta el Cupra aunque, como fácilmente puede colegirse, con ciertos retoques que lo hacen aún más prestacional: gestión electrónica optimizada y un turbo que sopla hasta 2,4 bares, amén de un intercambiador de calor más eficaz, lo que se traduce en 265 CV y 35,7 metros/kilo de par desde sólo 2.500 vueltas. Consecuencia: 250 por hora de autolimitada punta; 6,2 segundos en aceleración de cero a cien. unas contenidas emisiones para un auténtico «GTI» (190 g/km de CO2) y un consumo medio de 8,1 litros.

Se mantiene la caja manual de 6 marchas, aunque con un funcionamiento más cerrado

-”menos recorrido de palanca-”,

se adoptan unas suspensiones con mayor tarado, también mayor caída de ruedas y se cuenta con el concurso de un autoblocante electrónico XDS; nunca tan efectivo como uno mecánico -“tampoco está tan lejos de ello- aunque sí más confortable y que propicia una conducción fácil del carrerista .

Tampoco hubiese estado mal el célebre cambio DGS -”con levas en el volante-” aunque sí que es cierto que la magia del «manual-manual»-¦ siempre es de agradecer en un aparato de este porte. Que, por ende, hace gala de una dirección mejorada, con buena sensibilidad y asistencia progresiva en función de la velocidad.

En suma, que por 2.000 euros más que un León Cupra, el R se convierte en un excelente «GTI» de última hornada, capaz de satisfacer las expectativas del más exigente de los pilotos .

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