Viejas telas, alma de los pueblos
El magnífico hórreo de tipo leonés de Las Bodas.
Las campanas y el pendón, del pueblo son». Conocida es la sentencia popular que Enrique Soto citara en el artículo recuperado en su Pasión leonesa , en el que señalaba: «No son una reliquia muerta del pasado que haya de ser guardado en un museo y conservado para memoria de algún hecho histórico. Son un símbolo vivo de la identidad, de la tradición, de la cultura de este pueblo. Lo importante no es el trapo en sí, sino el significado que transmite el uso que de él se hace (-¦) El valor del pendón está en el pueblo reunido celebrando misterios ancestrales olvidados por la memoria consciente, pero que viven en el subconsciente colectivo».
La tela del pendón de Bodas, ahora encontrada, mide 500 cm. en su ancho superior y lo mismo en su alto; el ancho inferior es de 170 cm. y en el vértice medio se recorta a 130. El conjunto lo integran ocho franjas de 50 cm. en seda adamascada con motivos florales, alternando colores rojo y verde (en ese orden del superior al inferior), unidas por agremanes en hilo metálico dorado de 5 cm. de ancho, todo él contorneado de fleco en verde rojo y oro.
No se ha encontrado la vara. Su diámetro, conforme al espacio reservado para ella, era de nueve cm en la parte inferior de dicha tela. Guardando las proporciones habituales, pudiera tener una altura total próxima a los ocho metros, lo que es considerable para las dimensiones habituales en zonas de montaña.
Lo que ese pendón -”no bandera ni estandarte señorial, sino tótem-” significa, es mucho más que la vieja y deteriorada seda. Y su pueblo lo hará realidad.