Diario de León

Las hijas de la peluquera

Penélope y Mónica degustaron en Nochebuena con su madre el «sagrado» cordero con lombarda

Publicado por
Arantza Furundarena
León

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Esta Navidad, Pe y sus hermanos, Mónica y Eduardo, se sentaron a la mesa junto a su madre, separada de su padre desde hace años, a degustar su tradicional cordero con lombarda. ¿Qué os hago esta vez?, les había preguntado Encarna, al acercarse estas fechas. Y ellos, desde Los Ángeles o desde Londres han respondido a coro. «Lo de siempre, mamá, ni lo muevas».

«A mi madre -”dice Mónica-” le encanta cocinarnos sus platos de toda la vida y, ahora que pasamos tanto tiempo fuera, para nosotros esa comida es sagrada». Alguien podría pensar que la Nochebuena de las glamurosas hermanas Cruz iba a estar repleta de champán francés y caviar, pero Mónica lo desmintió ya previamente. «Nada de eso. A nosotros no nos gusta vivir en -˜Los mundos de Yupi-™. En mi casa, gilipolleces, las justas».

 «Mamá». Es la palabra que lleva tatuada Mónica Cruz en su muñeca izquierda. «Mi madre es un modelo total, a ella se lo debo todo. Es una madre, madre, con todas las letras y estoy muy orgullosa de ella».

 Mónica tiene 32 años, dos menos que su famosísima hermana mayor. Y creció, como ella, entre secadores y rulos, en la sencilla peluquería de barrio, regentada por Encarna, en el primer piso de la calle Concilio. Al calor de aquel ambiente propicio a las confidencias femeninas y plagado de revistas de moda y del corazón (de las de aquella época), Penélope, que era un terremoto y bastante repipi, y Mónica, mucho más tranquila y calladita, sucumbieron a la fascinación por la moda y el glamour. Uno de sus juegos preferidos era competir por quién se pedía antes el vestido más bonito. Lejos estaban aún de imaginar que algún día ellas mismas pisarían la alfombra roja. La noche en que Penélope recibió un Oscar, no eligió como acompañante a ninguno de sus famosos novios. La persona que estaba sentada junto a ella en el patio de butacas y a quien besó y abrazó antes de recoger la estatuilla era Encarna, su madre.

Ahora que la actriz vuelve a estar en lo más alto con una nueva nominación en los Globos de Oro, Mónica reflexiona sobre la envidia y la rivalidad femenina. «No me cabe en la cabeza que la gente pueda imaginar que yo envidio la suerte de Pe. ¡Por Dios, que es mi hermana! Espero que los que piensan así no eduquen de esa manera a sus hijos. A nosotras desde luego, nos enseñaron a querernos mucho.

Y hoy es el día en el que yo me alegro más de los triunfos de mis hermanos que de los míos propios.

 La noche en la que Pe recogió el Oscar, creo que estaba tan orgullosa o más que ella. Bueno, y ya con el niño (Eduardo, su hermano menor, compositor y cantante) se nos cae la baba. Cuando él nació, yo ya tenía ocho años y Pe, once, así que el pobre tiene tres madres».

 No son meras palabras. Mónica es realmente la mejor amiga y confidente de su hermana, y cada día, aunque las separen miles de kilómetros, se comunican entre ellas varias veces. «Nos lo contamos todo», asegura. A Penélope le gusta tenerla cerca en los momentos importantes. La última vez que se las vio juntas fue hace dos semanas, en Londres, en el estreno mundial del musical Nine . No estaba previsto que Mónica asistiera a la première. «Mi hermana no me esperaba, pero quise darle una sorpresa. Le dije que no podía ir. Y en cuanto colgué el teléfono, cogí un avión y me planté en Londres. Llegué antes que ella y me escondí en su cuarto. No te imaginas la ilusión que le hizo verme allí», relata Mónica.

 

Muy disciplinada

Mientras Penélope recoge las primeras mieles de Nine por distintos escenarios internacionales, Mónica ha regresado a Madrid y estos días ha posado como imagen de una variedad de Special K , a base de cereales con miel. Mónica -”y dicen que también su hermana-” es, como buena bailarina, muy disciplinada y partidaria de la alimentación sana.

 Mónica, su madre y su hermana, cuando está en Madrid, habitan en tres chalés situados en la misma calle. Encarna, aunque según sus hijas, «ha sufrido mucho con nuestros continuos viajes y aventuras profesionales», recoge ahora los frutos.

Cuando le preguntan qué siente ante los éxitos de sus hijos, ella se limita a sonreír y a contestar con otra pregunta: «¿Eres madre? Pues entonces ya lo sabes. No hace falta que te lo explique». Es el peculiar Todo sobre mi madre de las célebres hermanas Cruz.

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