Diario de León

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León

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A estas alturas, poco importa lo que haga. Lady Gaga es una de las mayores celebridades a escala internacional -”la mayor según Forbes , por delante incluso de Oprah Winfrey y Justin Bieber-” y cada paso que da genera cantidades desbordantes de expectación y los consiguientes ríos de tinta aparejados a la misma. Ya sea porque aparezca con un vestido elaborado a partir de filetes de carne, como hizo en los MTV Video Music Awards, o porque se coloque unos taconazos en forma de pene, con los que llegó al programa de televisión American Idol, las extravagancias de la artista hacen bullir las redes sociales. Se ha convertido en la reina de la provocación, en un modelo a imitar por miles de adolescentes y en la pesadilla de muchos padres. Maneja el marketing como nadie y eso, en estos tiempos, puede que sea lo único que garantice el éxito.

El problema es que el envoltorio está empezando a devorar la sustancia. La mujer que desembarcó como un torrente imparable que amenazaba con llevarse por delante a quien osase interponerse en su camino, la artista que afirmaba sin un ápice de modestia que había aparecido para establecer nuevos cánones, la joven sobre la que la industria había depositado todas sus esperanzas de hallar una salida a la tenebrosa caverna en que se halla recluida ante la acción de la piratería y la imposición de nuevos modelos de distribución que comienzan a marginar el poder antaño casi omnímodo de los grandes jerarcas, en fin, la Stefani Germanotta que adoptó el pseudónimo con el que había de ponerse el mundo por montera de uno de los grandes éxitos de Queen, patina justo cuando menos se lo puede permitir y en lo que menos deberían perdonarle sus incontables fans: la innovación.

Difícil es recordar un disco sobre el que se haya hablado más en los meses previos a su lanzamiento que Born this way . No es extraño. La neoyorquina arrolló con su deslumbrante debut, The fame , un álbum editado a mediados del 2008 que la situó directamente en los libros de historia. Millones de copias vendidas, escenarios llenos a rebosar para ver en acción a la nueva diosa, innumerables galardones -”incluyendo cinco premios Grammy, tanto por ese trabajo como por su complemento, The fame monster ; y tres Brit Awars-”, y, su mayor aval, una legión de seguidores que la habían convertido en su reina. La nueva -˜princesa del electro-pop-™, la heredera directa de Madonna Los calificativos hacia su persona también se agotaron.

Just dance , Poker face , Bad romance , Paparazzi , Telephone Poca gente en el mundo, al menos en el desarrollado y en buena parte del subdesarrollado, no ha escuchado un tema de la inclasificable estrella, ha visto uno de sus vídeos o se ha topado con alguna de sus estampas, a cual más inesperada. Canciones imbuidas de ritmos pegadizos y vertiginosos, perfectos para bailar hasta altas horas de la madrugada, para soltar adrenalina y dejar la pista bañados en sudor. Lista como pocas, ha sabido aliarse con aquellas que llegaron mucho antes que ella y que han debido apartarse a un lado. Beyoncé compartía escenario con la neoyorquina en Telephone , y la Germanotta no ha tenido reparos en poner su talento al servicio de presuntas rivales como Jennifer Lopez -” Invading my mind e Hypnotico -”.

En la música, como en el campo de batalla o en casi todos los órdenes de la vida, la mejor forma de vencer al enemigo es engatusarle, hacer que se confíe y luego darle la estocada cuando menos se lo espere.

Eso, ofrecer algo que nadie espera, es el núcleo que la promesa que se encierra en el fenómeno Lady Gaga y ahí es donde la artista se ha pasado de frenada, al menos en alguna que otra curva.

Prometió que Born this way sería el mejor disco de la década. Quizás algunos al escucharlo piensen que lo es, pero serán los menos. El productor, RedOne, anunció que este trabajo iría en contra de lo que cualquiera pudiera esperar. También derrapa en su comentario. En parte porque de Lady Gaga ya nos esperamos cualquier cosa y en parte porque en más de un aspecto ha salido por donde la aguardábamos.

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