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CANTO RODADO

escarnio

es obsceno que alfonso guerra invoque a los golpistas del 23-f para desalentar la posibilidad democrática de un pacto psoe-podemos

León

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Una mujer camina, calle arriba, calle abajo, apoyada sobre un bastón. Es 31 de enero y hace un sol primaveral. Ya no es febrerico el único loco del año. La anciana se acerca a las mesas de la terraza y susurra a una de las personas allí sentadas: «Hay que salir todos a la calle porque, si no, vamos a volver a la cartilla de racionamiento».

Estremece sentir el miedo en una persona mayor. Yo recuerdo a mi padre, hace 30 años, cuando esperábamos el desenlace del golpe de Estado del 23-F. Tenía miedo. El fantasma de la Guerra Civil estaba reciente en su memoria, a pesar de que era tan solo un niño cuando otro golpe cambió la historia de España.

Ahora que los sables no son un peligro, juegan a meter miedo a la población. Desde los platós de televisión. La tele y el miedo son muy poderosos. Los lobos se disfrazan de corderos y alertan contra un hipotético pacto de Gobierno entre PSOE y Podemos comparando a este partido con los golpistas del 23-F. Es obsceno que Alfonso Guerra saque la bicha del fascismo para alertar contra una posibilidad democrática.

Será mejor tomarlo a risa. No tomar en serio que el telediario abra con el lobo que fue vicepresidente del Gobierno aullando hacia todos los puntos cardinales de España. Es patético.

Baile

E l baile de máscaras es una ceremonia de la confusión. Hay que andar con pies de plomo. De pronto, los problemas ya no son el paro, la falta de vivienda, los recortes en los servicios públicos. El dinero en Suiza, la emigración de jóvenes, la corrupción como marca de los gobiernos. O, en el caso más concreto de León, el declive de todos los sectores productivos y el turismo como única tabla de salvación.

Desde noviembre, cuando se disolvieron las Cortes, España está bajo un gobierno en funciones. Y no pasa nada. El país funciona. La vida sigue y el tiempo no se detiene. Pero más pronto que tarde tiene que formarse un Gobierno que decida el rumbo a tomar. Los vientos soplan fuertes y arrecian contra la posibilidad de que Podemos entre en el nuevo gabinete.

El carnaval es la traca final de las fiestas de invierno. La ocasión para dar rienda suelta a la libertad y criticar al poder. Desde la iglesia hasta el gobierno. Es el tiempo de los juegos de escarnio. De chirigotas.

En esta ocasión, el escarnio quieren hacérselo a la gente maleando la voluntad popular y sembrando la sospecha sobre los cinco millones de votos que obtuvo Podemos en las elecciones del 20-D. Ya les vale.

De saldo

Escarnio es el que nos han hecho en los últimos cuatro años. El 21% del IVA a la cultura, la imposición de una ley de educación que prima la desigualdad, la falta de medidas contra la ignominia de la violencia de género, la obediencia debida a los lobos de Europa.

Escarnio es ver que una provincia que tiene una riqueza natural inmensa está de saldo. Como las traviesas del antiguo ramal del ferrocarril minero de Villablino a Villaseca. Las liquidan a 10 euros por pieza para abrir una senda natural.

Sin miedo

Estamos en carnaval, las mujeres tomaron el mando municipal por un día y homenajearon a una mujer con mando en plaza, la comisaria María Marcos. Se viste de águeda por segunda vez desde que llegó destinada a León. La tradición se da la mano con la modernidad y miramos al campo con la esperanza de que la siembra sea buena y la cosecha propicia para los nuevos tiempos. Sin miedo.