CANTO RODADO
fartura
la fartura de banderas ha producido empapizamiento general de la población y embotamiento del sentido común
Cuando el pasado verano el equipo de salvamento de la playa de San Pedro de la Ribera nos sorprendió al anunciar el fin de sus servicios con el himno de Asturias y el himno nacional me lo tomé un poco a guasa. No podía imaginar la fartura de himnos y banderas que nos deparaba el calendario en este otoño caliente con la democracia española en modo cortocircuito.
Mientras las hojas caen al suelo y los bosques del noroeste arden sin control, pienso en Virginia Woolf y en esa reflexión que hizo en Un cuarto propio, en 1929, poco antes del crac que dio lugar a la Gran Depresión. Si un marciano visitara la tierra y se guiara por la lectura de los periódicos pensaría que en el planeta azul sólo hay hombres.
El símil de la escritora que dejó claro que una mujer, como los hombres, para escribir novelas debe tener dinero y un cuarto propio, le sirvió a Josep Borrell para explicar el problema catalán: Si alguien desde la Luna mirara a Cataluña antes de la manifestación del 6 de octubre pensaría que sólo hay independentistas. Esa percepción cambiaría radicalmente a partir del 6 de octubre. La ‘mayoría silenciosa’ salió del armario y tomó las calles para demostrar que en Cataluña hay una parte significativa de la población —nunca sabremos cuánta hasta que no haya un referéndum legal— que no es ‘indepe’.
Pues bien, si en el último mes a algún marciano o selenita se le ha ocurrido mirar a la Tierra por este costado del sur de Europa que llamamos España —ojalá fuera Iberia— pensará que somos un país al que sólo le preocupa lo que pasa en Cataluña. Hasta el fútbol, que tan a menudo se apropia del interés general, ha quedado eclipsado detrás de las gualdas y esteladas.
La fartura de banderas ha producido empapizamiento general de la población, embotamiento del sentido común y empacho de estrategias y estratagemas políticas. Distraída por los árboles, lo que dicen que será el artículo 155 y lo que dicen que podría ser la DIU, ya la gente no es capaz de ver el bosque
Hay tanto ruido que es imposible escuchar alguna verdad. Rajoy, Rivera y Sánchez saben que el 155 no va a solucionar el problema, sino a agrandarlo. Puigdemont sabe que la DUI no va a solucionar el problema sino a hacerlo más grande. Pero siguen el maquiavélico guión. Y así será hasta el viernes 27, el mismo día en que una mujer, Pilar Pérez, peleona donde las haya, aspira a ser la primera decana del Colegio de Abogados de León.
Pimientos de Perú
Se agradece que las mujeres emerjan a la vida pública mientras un club de señores celebra la capitalidad gastronómica agitando la bandera de León. El concejal de Turismo, Pedro Llamas, ha prometido que la empresa tendrá ocho millones o más de réditos y que se beneficiarán desde los bares ¡hasta los pequeños productores! Ojalá. Porque a mí me juran que los pimientos que se cocinan en la mayoría de los restaurantes leoneses vienen de Perú, porque resultan más baratos, lo mismo que las banderas llegan de China, donde el capitalismo más salvaje lleva puesto en la solapa un pin con la hoz y el martillo.
Todo es mentira. Es verdad. La crisis sirvió para socializar las pérdidas de los bancos y para echar del sistema a mucha gente que se ha quedado sin casa, sin trabajo y sin esperanza. Y la deriva independentista es una cortina de humo para ocultar los verdaderos problemas de Cataluña (que son muy parecidos a los del resto de España).
El himno de España volvió a sonar junto al del Principado en el Teatro Campoamor. Otro club de señores —tan sólo dos mujeres recibieron el galardón— donde el rey habló en nombre de la Princesa de Asturias y los discursos se sumaron la fartura de patria y mientras Rajoy miraba.