Diario de León

CANTO RODADO

hilos

el patriarcado trata de sobrevivir a sangre y fuego mientras la nueva era se expande con redes tejidas por hombres y mujeres en acción colectiva

León

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Sangre y fuego se funden en la luna azul de julio. Ese color que no se ve y que la ciencia nos invita a imaginar y disfrutar cada cierto tiempo, porque lo bueno se toma siempre en pequeñas dosis. Sangre y fuego es naranja, lo saben hasta las criaturas que estampaban ayer sus camisetas en la feria de las artesanías del Val de San Lorenzo. Sangre y fuego debería ser luna de sangre. Eclipse. Nunca esa mezcla dio azul. Pero la luna me entiende. Tampoco dos y dos siempre son cuatro.

Sangre por ellas. Sangre de ellas. Sangre, que debería ser vida, pero es sangre detenida. Amortajada en las venas de todas las mujeres violentadas, asesinadas, silenciadas, olvidadas, ignoradas. El mes de julio se despide a sangre y fuego, con la cifra más terrorífica del año. Y los gobernantes no se alarman. Se van de vacaciones. Procuran que esa sangre no se vea porque es escandalosa. Es de mujer. Sangre maldita. Sangre lunar y poderosa.

Rajoy salió del plasma en plan paisano para vanagloriarse de un país de maravillas, ¡en qué ferias andará este hombre!, y no tuvo ni una sola palabra, un gesto, una promesa o un recuerdo para las víctimas de la violencia machista. El problema, como la corrupción, la trama Púnica, no va con él, ni con el Gobierno que encabeza. Aquí no pasa nada. Sólo son mujeres sin nombre, si acaso con unas iniciales. Mujeres ‘fallecidas’ sin honores ni condecoraciones.

De sangre

Un hilo grueso, de sangre, teje en la noche la tragedia de las vidas arrebatadas a una joven, a unas niñas, a una mujer mayor... En silencio ensordecedor. Sólo la voz de las mujeres, un rumor como de caracolas de mar, empieza a oírse. Es el anuncio de que marcharán sobre Madrid, el 7 de noviembre, para exigir que pareel terrorismo machista. La Marcha contra la Violencia de Género para pedir que el próximo Gobierno actúe, hable, escuche; porque el actual no está ni se le espera, ocupado como anda en quitar derechos a las mujeres. O en buscar denuncias falsas como agujas en un pajar.

Revolucionarios

Con hilos de sangre y fuego trata de sobrevivir el patriarcado. Mientras la nueva era se expande con redes tejidas por mujeres y hombres que renuevan con nuevos hilos las enseñas revolucionarias: libertad, igualdad y solidaridad. La gente que demuestra día a día, en su pueblo y en su municipio, que otra forma de hacer política es posible.

Hombres y mujeres que no se resignan, que no se callan, que actúan. Como los alcaldes (y la alcaldesa de Fabero visiblemente involucrada) de las cuencas mineras que tienen que hilar muy fino para no perder el último tren y para que no les embauquen con nuevas mesas parlantes (y paralizantes) del carbón.

Mujeres y hombres que forjan otra economía posible en tiempos imposibles. Gente que trama un tiempo nuevo de progreso con la urdimbre de las tradiciones, la ecología y los derechos humanos (y animales). Con manos y corazón. Mucha gente así vi ayer en la feria de las artesanías del Val.

Vi a una niña, Deva, feliz con su camiseta recién estampada. A Eva pintando caras felices con colores del arco íris. A María cosiendo libros y contando cuentos. A Lali con los helados de Coladilla. A Manuel con sus frambuesas. A José Luis e Isabel con sus embutidos. A gente hilando, haciendo cestos, tallando cucharas y castañuelas, pasando hilos y haciendo tinte verde con ortigas...A Miguel Ángel tirando del hilo fino de las cosas bien hechas.

Gente que no comprende, como Maite, como tú y como yo, la sensata economía del euro que nos condena a pagar eternamente intereses a los bancos privados que prestan a nuestros estados el dinero público que el banco europeo les presta, a bajo precio, con nuestro dinero. Los hilos de sangre y fuego.

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