CANTO RODADO
rebeldes
herrera cogió el casco de los mineros, se echó unas risas y convidó a los rebeldes a tomar villalar. cuidadín con la campa de la derrota comunera
En León no se quiere oír hablar de los comuneros, pero yo admiro su rebeldía. Tuvieron coraje. Como las gentes que se levantaron contra Napoleón en León, en Astorga, en Madrid... y más de media España. Tenemos una historia imponente...
Pero gastar medio millón de euros en una fiesta que más que unir, desune y que más que fiesta es paseo de autoridades y corifeos es un desatino más de una Comunidad construida con lo que quedaba de España cuando se trazó el mapa autonómico. ¿O no?, señor Martín Villa. Se cumplen 30 años de las primeras elecciones autonómicas y en los telediarios y ciertos textos oficiales no se respeta la ‘y’ que tanto costó incrustar en el Estatuto de Castilla y León, y dicen que la capital es Valladolid.
Nadie se levanta. Los adalides del leonesismo institucional estarían mejor callados. Dijo Pío Baroja que el nacionalismo se cura viajando y Alejandro Valderas, desde que va y viene a Valladolid con su credencial de procurador, ha oteado el paisaje leonés desde Castilla y ya no ve una prioridad la autonomía uniprovincial.
Viaje a ninguna parte
Como si la crisis de León, la tercera más profunda del país, no tuviera que ver con una autonomía en perpetuo movimiento centrípeto hacia Valladolid. Tan claro es que hasta un grupo musical de nuevo cuño, León Benavente, formado por Nacho Vegas y otras viejas glorias del pop, da la nota con esta franja geográfica situada «en medio de ninguna parte».
Ninguna parte es exactamente el centro neurálgico de España. Es la agonía silenciosa de seis millones doscientas mil personas (casi 50.000 en León). El Gobierno se alarma por la prima de riesgo y por mil personas que rodean el Congreso, pero no se inmuta por la sangría del empleo. La economía viaja a ninguna parte a causa del austericidio. Sólo que en la novela de Fernando Fernán Gómez a los teatreros les dan la opción de reconvertirse en ‘ jodíos peliculeros’ .
El vendedor de libros
Al ex ministro Carlos Solchaga, artífice de las grandes reconversiones industriales de esta piel de toro ensangrentada en lágrimas, se le ocurre ahora reconvertir a los mineros. Eso sí, previo cierre «consensuado» de las minas. Está claro que esta gente vive en la estratosfera y no lleva meses sin cobrar la nómina. Solchaga vende libros, pero no es librero, profesión respetable y para la que hace falta ser valiente. Él va de incendiario.
En esta España trágica del siglo XXI no mueren generales ni la nobleza se se bate en duelo. No hay gloriosa a la vista, aunque la monarquía, en siglo y medio, ya ha sido expulsada dos veces del trono y dicen que no hay dos sin tres...
Herrera, ponte el casco
Ya no hay rebeldes. Y a los pocos que quedan los criminalizan. Como a los mineros. Es obsceno que el delegado del Gobierno de Asturias haya dejado caer que los cartuchos sin dinamita de la AP-66 «coinciden en el tiempo» con las protestas mineras. Que se aten los machos en Antibióticos. Cualquier día insinúan que la gripe sale de sus pancartas.
Herrera es otra cosa. Ese hombre amable y chistoso te pasa la mano por el hombro y coge el casco minero con la otra. Pero ese político no ha dado un paso en Madrid, ante Rajoy, para ayudar al sector, que llegó a ser el 20% del PIB provincial, y ahora muere de inanición. La provincia se desangra y Herrera sonríe. Comprende a los rebeldes porque tienen causa. Que los rebeldes vayan a Villalar, dice, es justo y necesario. No sé, no sé... En Villalar, cuenta la Historia, fueron derrotados los rebeldes que se levantaron contra Carlos I (y V de Alemania). ¿Querrá Herrera derrotar a nuestros luceros? ¿O podrán los mineros derrotar la historia de la derrota? Póngase el casco, presidente.