recuore

Anda la primavera inquieta. Lo mismo inunda Sri Lanka y París, y todas las tierras de labor de nuestra tierra, andan los agricultores aún sembrando, que se disfraza de verano. Anda la primavera tentando al amor sin deshojar margaritas. Plantando árboles en Villaquilambre. Con cerezas en la boca y sorbos de vino hecho lentamente. Sin prisas.

Anda el tiempo de los lirios. Y el reloj se para en una comarca en liquidación, con una larga sombra de sospecha sobre todo lo que fue y ya no es. La Hullera se evaporó. Como el humo del hullero. Peor. Deja una herida abierta de norte a sur, de este a oeste.

Una provincia mermada. Con un escaño menos en el Congreso de los Diputados y más disputas por los cuatro puestos que quedan. Dos y dos. Paridad obligada. Muchos deben dar las gracias a la Ley de Igualdad. No estarían ahí si no es por imperativo legal.

A pesar de que a las mujeres aún se las quiere floreros en política, fregonas en casa y amantes y sumisas esposas en muchos matrimonios. A pesar de que el sexo femenino vive bajo el mandato patriarcal de ser guapa, porque la belleza es también otra cosa, tener un cuerpo que quite la respiración, ser una madre abnegada y enérgica e incansable trabajadora...

Cabeza y corazón

A gotador, ¿verdad? Pues no es todo. Está el tema de la ‘molesta’ menstruación, que da tanto dinero en publicidad de productos íntimos para la mujer y en impuestos al consumo (el IVA de lujo) pero es una culpa más de las muchas que cargan las espaldas femeninas desde lo de Eva. Antiguamente, a las mujeres que tenían la regla se las prohibía amasar, hacer los chorizos y un sin fin de cosas para que no los estropeara con la sangre impura.

De todo esto y mucho más hablaron ayer, sin decir palabra, las 42 modelos que desfilaron en ‘Visible lo invisible’, la colección de la diseñadora Esther Calzado, que saca a la palestra todo aquello que moldea el rol de las mujeres en una sociedad aún muy lejos de ser igualitaria.

Fue en el Museo de León, en la clausura del Festival Internacional Recuore, activismo cultural con la bandera de la sostenibilidad. Esa palabra tan de moda que casi se ha pasado de moda. Lo vi pasar sobre una mapa mundi hecho con papel reciclado de revistas y periódicos, teñido y cosido a mano, por la artista peruana Lucía Marcos-Sánchez. En él lo local y lo universal, como en el desfile, están en perfecta conexión, igual que la cabeza y el corazón.

La mano y la aguja

Como l a mano y la aguja. ‘Visible lo invisible’ mostró ayer los poderes mágicos de la aguja, esa capacidad para reparar el daño que dijo Louise Bourgeois, ante temas sangrantes como la violencia de género y los estereotipos imperceptibles por su arraigo cultural que marcan el camino a las mujeres desde la niñez. Dramático destino a veces.

Por eso, y por la puesta en escena que hizo Clara, fue demoledor y emocionante el pase con el modelo que visibiliza a las víctimas de los matrimonios forzados. Niñas que son violadas legalmente cada día. La magia de la aguja convirtió en vistoso traje, como de zíngara, las bragas usadas.

Anda la primavera en campaña electoral. Y dicen que se hablará de amor. Pues debería. Porque nada que no se haga con amor nos beneficiará, aunque parezca una cursilería. Es peor el olor a podrido. O que nos tomen por imbéciles cuando nos cuentan que un problema legal tiene paradas las obras que están matando la línea de Feve, lo poco que queda del legendario tren Hullero, desde hace cinco años y que la Seguridad Social no encuentra dinero para abrir la Ciudad del Mayor. O que van a disimular el robo del centro de control de Alta Velocidad con una chusca mudanza.