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Razones hay miles: no damos con la horma de nuestro zapato, comer toda la vida lo mismo es muy aburrido, hay necesidad de sentirse joven y deseado, ganas de salir de la rutina y por supuesto dar rienda suelta a una fantasía sexual o a un calentón. El caso es que los españoles cada vez son más infieles. Lejos quedan ya los tiempos en que sólo los hombres tenían derecho a tener querida y por lo que dicen los expertos, en la actualidad, el número de varones que echan una canita al aire de vez en cuando es casi similar al de mujeres. «Estamos ya casi a la altura», afirma Anna R. Alós, autora de El discreto encanto de la infidelidad (Esencia).
Según Alós, el 52% de los hombres frente al 48% de las féminas han tenido alguna aventura al margen de la pareja o el matrimonio. «Nosotras llegamos a la infidelidad por las neuronas y ellos por las partes bajas», añade. Alicia Gallotti, escritora experta en temas de sexualidad y portavoz del portal VictoriaMilan.es, la primera página de citas online especialmente creada para gente casada o con pareja, cree que la sociedad española es cada vez más abierta de mente, lo que ha favorecido la equiparación entre sexos. Y matiza en algo los datos aportados por Alós. «Recientes estudios demuestran que el 50% de las mujeres casadas o con pareja estable reconocen haber sido infieles alguna vez o desearían serlo, cuando en el caso de los hombres el porcentaje alcanza el 45%», señala. Eso sí, aclara que en este caso el dato responde a infidelidades consumadas.
Para Gallotti, la clave está en la «pasión», que se va desgastando poco a poco al entrar en la rutina diaria. «Con la infidelidad buscamos lo que nos falta, a veces simplemente nos basta con que nos escuchen», señala. Pero, ¿qué entendemos por ser un adúltero/a? Alós lo aclara: «Infidelidad es una cosa y la traición otra». La diferencia, según la escritora, está en la cercanía. «Cuando te la pegan con la vecina, tu hermana, tu prima o tu amiga eso es traición», afirma.
El deseo mental y la fantasía, en cambio, no tienen nada que ver con los cuernos, apunta Gallotti. Y la pregunta del millón, ¿si hemos sido infieles, debemos contárselo a la pareja? Ambas contestan rotundamente que no. Es más, aconsejan no hacerlo. «Sería maravilloso poder contarlo, pero aún no estamos preparados como sociedad», remata Alicia. «El perdón no existe».