La trayectoria
«Me siento muy valorada por mis pacientes»
La enfermera Familiar y Comunitaria de La Bañeza, Mari Luz Alonso, se jubila tras casi 43 años de cuidados para la salud
A Mari Luz Alonso Vicente le ha costado dejar el contacto con sus pacientes. Tras 42 años y diez meses como enfermera Familiar y Comunitaria, 32 de ellos en La Bañeza, una profesión que ha ejercido desde los 21 años, se jubila este jueves. Detrás deja una trayectoria profesional y personal con más satisfacciones que disgustos. «Nunca me he ido a mi casa enfadada y lo voy a echar de menos. Mis pacientes me han dado muchas satisfacciones. Conozco a cinco generaciones diferentes y el trato ha sido muy importante. Todos tienen mi número personal».
Esa cercanía y dedicación es la que ahora ve devuelta con reconocimientos, premios y homenajes. «Me he sentido muy valorada por mis pacientes y no por la empresa, para la que somos un número. Yo cuido de mis pacientes y me intereso por su entorno, porque el entorno es muy importante para la salud y calidad de vida».
El Ayuntamiento de Soto de la Vega le llenó su despacho de flores y la juntas vecinales se han volcado con ella. «Mucha gente me ha regalado cosas y me han demostrado mucho cariño»
La enfermería ha sido su pasión y su devoción, pero sus otras inquietudes la llevaron a estudiar Antropología y dos másteres en Malos Tratos y Violencia de Género y Problemas Sociales. Impulsó los talleres de educación sexual y de salud en los colegios y en los institutos, cuando nadie los hacía. «Fuimos los primeros», y en este plural incluye al también enfermero Santi Parrado. «Esa actividad ha sido muy gratificante».
«En el centro de salud de la Bañeza I realizaba las tareas comunes», pero ha sido en los pueblos, con el trato directo y familiar, donde se ha sentido más feliz. Su cupo de 800 pacientes está distribuido por los cuatro pueblos del Ayuntamiento de Soto de la Vega (Soto de la Vega, Requejo, Vecilla, Oteruelo y Alcaidón). «Me he sentido muy a gusto en la consulta, quien me sustituya va a ser feliz aquí. Lo peor de todos estos años ha sido ver perder a pacientes mayores y jóvenes. Son experiencias duras porque tienes un trato muy directo con el entorno y nunca te acostumbras a esas pérdidas».
En casi 43 años de carrera, la experiencia más dura la vivió durante la pandemia de coronavirus. «El médico titular de Soto cogió una baja y estuve sola», recuerda. Y se emociona cuando recuerda cómo se volcó toda la población con la confección de mascarillas, gorros... «fue muy duro, no había información y veías morir a la gente mayor. Se cerraron las consultas. Cuando llegaban los atendíamos por la ventana que daba a la calle, y visitábamos a los pacientes en sus casas». Y otra vez vuelve a poner en valor la parte positiva de una experiencia tan dura, la del comportamiento de la gente. O también cuando la Gerencia de Atención Primaria le negó en una ocasión utilizar un coche disponible por la mañana para veterinarios y por la tarde para las urgencias para acudir a sus consulta, cuando se le averió el suyo. «Tuve que ir andando cuatro kilómetros hasta Soto. Llamé al alcalde para advertirle que llegaría más tarde, pero llegué y atendí a los pacientes. Ellos son los primeros».
Ahora emprende una nueva etapa. "Tengo proyectos, retomaré los estudios de viola y el aprendizaje de portugués. Si tuviera que elegir elegiría otra vez ser enfermera".