Diario de León

El iris es único pero no inmutable

«El iris es más específico que la huella dactilar para identificar a las personas, pero puede cambiar por varios factores», explica Manuel Franco, jefe de Oftalmología del Caule

Imagen de un globo ocular con el detalle de las improntas que dibujan sus valles característicos. DL

León

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El iris es mucho más que el color de los ojos. Más allá del azul, verde, marrón y sus múltiples tonalidades, su misión es ayudar a controlar el tamaño de la pupila para permitir la entrada de más o menos luz.

Pero lo que ha puesto al iris en el ojo del huracán mediático este año ha sido algo aparentemente ajeno a la función del iris dentro del sistema óptico. La compra del iris a cambio de criptomonedas provocó llamativas colas, sobre todo jóvenes y extranjeros, durante los primeros meses del año en ciudades como Madrid y Barcelona. Y una reacción inmediata ante la incógnita de para qué y que consecuencis podía tener vender el iris a una fundación privada.

La empresa Worldcoin ofrecía compensaciones equivalentes a 20 euros por escanear iris. El objetivo, ¿qué iba a hacer la empresa con los datos biométricos?, no estaba claro, pero la práctica se basa en que el iris tiene un patrón único. Es una seña de identidad.

Al margen del destino final del banco de iris que almacena Worldcoin —se ha especulado con una futura venta a gobiernos para pasaporte digital—, ¿ es el iris completamente fiable? Numerosos expertos de ingeniería e inteligencia artificial salieron a dar su opinión sobre la supuesta seguridad del procedimiento. Curiosamente, ningún oftalmólogo fue preguntado.

«El iris es una superficie plana con un color y unas improntas como valles, con un patrón único, como la huella dactilar», explica Manuel Franco, jefe de Oftalmología del Caule. Al igual que se ha demostrado que las huellas dactilares pueden cambiar —hay estudios que demuestran que hay huellas coincidentes entre distintas personas— el iris tampoco es inmutable, aunque sea único.

«El iris es estable, pero se puede modificar por enfermedades como la uveítis, por traumatismos como pueden ser desde un pelotazo jugando al pádel o un accidente de tráfico o por algunas cirugías como la operación de cataratas, aunque en este caso no cambia siempre», explica Franco. Además, «la lectura del iris puede verse modificada si se tiene un trastorno en la córnea, una lesión o una cicatriz; o si se pacifica parcialmente la lectura no es limpia», añade el especialista.

Estas son algunas de las causas por las que el patrón del iris de una persona se puede perder. Manuel Franco opina que plantear el uso de la imagen del iris como prueba de identidad «no es una falacia, pero hay que tener en cuenta estos factores».

Aparte de los cambios que se pueden producir en el iris por motivos de salud o accidentes, el oftalmólogo leonés apunta a otros riesgos a la hora de pensar en su utilización para identificar a las personas. «En algunos países, sin que esté de acuerdo la comunidad científica, se hacen cirugías para cambiar el color del iris», apunta.

Las lentes de contacto que cambian el color del iris son algo temporal, pero la cirugía para modificar el color, que también se hace por láser, es una práctica denostada.

Las imágenes del iris que escaneaba Wordlcoin eran transformadas en un código matemático o hash que equivale a los datos biométricos de la persona. Este código queda encriptado y almacenado en la fundación. Una vez que la persona se registraba obtenía su WordlID, lo que la empresa llamaba en su web como «un pasaporte más humano para internet».

Pero, si es verdad que podría funcionar como pasaporte, lo que se cuestiona es su seguridad. Si por cualquier circunstancia el iris de esa persona sufre alguna alteración, el código cambia. «Es cierto que el iris puede ser mejor como patrón que la huella dactilar y que los métodos de Face ID, pero tiene todas estas situaciones que lo pueden modificar», señala Franco.

La Agencia Española de Protección de Datos prohibió a finales de febrero la práctica que llevaba a cabo Worldcoin y la Audiencia Nacional corroboró la medida en un auto posterior. La información que proporcionaba la empresa a las personas que donaban adolecía de falta de rigor.

«Solo sabes que se lo cedes a esa empresa», precisa el médico. Quedaban el aire cuestiones cruciales sobre la posibilidad de anular esa cesión de datos, no se sabía a quién había que dirigirse.

Los peligros de la venta del iris si se populariza como método de identificación es que en el futuro puede jaquearse, con la consiguiente vulnerabilidad ante suplantaciones para acceder a cuentas corrientes o a otro tipo de información personal.

Otro factor que entra en juego a la hora de usar el iris sea para acreditar la identidad de una persona es que «se puede fotografiar a una distancia de diez metros. Nos pueden identificar a distancia, con la ventaja que, al contrario que la huella, sin necesidad de contacto físico», subraya.

Pese a esta posible bondad, el médico insiste en su argumentación esencial. «Lo que más me sorprende es que se venda como algo único, eterno e inmodificable», afirma. «Es más específico que la huella dactilar y solo el ADN sería más perfecto, pero siempre hay que tener en cuenta esos factores por los que el patrón del iris se puede modificar», concluye Franco.

Manuel Franco Benito, jede fe Oftalmología del Hospital de León.Ramiro

Que el iris determine el color de los ojos, es la función más visible, pero no la principal desde el punto de vista óptico. Dicha tonalidad depende de dos factores. El grosor que forman las láminas de pigmentación y la concentración de melanina.

La tonalidad de los ojos será más oscura si el grosor del abanico de láminas y el nivel de melanina es mayor. Y, al contrario, si dicho grosor y nivel de melanina es más pequeño, los ojos serán más claros. El azul es el color menos abundante, pero es conocido en humanos desde hace 10.000 años. El mesolítico hallado en Arintero tenía los ojos azules.

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