La pasión que llegó sin vocación
La enfermera María Francisca Diéguez se jubila tras 43 años de profesión
A María Francisca Diéguez, Paqui para sus compañeros de trabajo, le llegó la pasión por la enfermería después que la vocación. El miércoles martes comenzó su jubilación tras 43 años de ejercicio profesional en HM San Francisco. En las plantas hospitalarias y en el laboratorio de análisis clínicos, donde ha pasado 35 años de su vida profesional, aprendió a amar una profesión a la que se volvería a dedicar si comenzara ahora su carrera profesional. Su primer intento profesional fue la informática, pero la casualidad la llevó a estudiar enfermería en la Universidad Laboral de Cáceres. «Yo no tenía vocación de enfermera. Empecé informática, pero solicité una beca en la Universidad Laboral de Cáceres para estudiar enfermería y me la dieron. Me animó una amiga y no quise desaprovechar esa oportunidad». Al acabar los estudios descubrió una profesión que la enganchó. «Me gustó mucho. Cuando yo empecé a trabajar en León había poco trabajo, la mayoría de los puestos estaban en las clínicas concertadas». Y ahí comenzó una carrera que completa con su jubilación por el libro a la edad reglamentaria y con 43 años cotizados. «Cuando estás trabajando siempre dices que estás deseando jubilarte, sobre todo en los momentos de estrés y mucha tarea, pero ahora tengo miedo a enfrentarme a lo que viene porque yo he estado muy feliz trabajando».
No recuerda ningún momento malo en toda su trayectoria profesional y le cuesta recordar un momento duro, a no ser la carga de trabajo, que aumentó con el tiempo. «En todos los trabajos hay roces con algún compañero y a mí también me ha pasado, pero he intentado ir a lo mío sin prestar mucha atención a esas cosas».
Y lo de ir a lo suyo ha sido la atención al paciente, que es lo que más le ha gustado. «Cuando empecé a trabajar lo hice en las plantas de hospitalización y en los últimos tres años y medio de vida laboral, después de 35 años en el laboratorio, me pasaron a la planta de traumatología. Se me ha pasado el tiempo volando. Las bases de la profesión enfermera no cambian con el tiempo, lo que cambia es el abordaje de los pacientes. Cuando empecé estaban en el hospital hasta que se recuperaban, ahora eso ha cambiado, el tiempo de ingreso ha disminuido, enfermería es más resolutiva para evitar días de ingresos innecesario que puedan provocar infecciones hospitalarias».
En el laboratorio el trabajo es más metódico. «Al final llegas a conocer a casi todos los pacientes porque suelen repetir días de analítica para el control de sus enfermedades». Aquí es cuando identifica otros momentos duros de su carrera. «Es duro tratar con pacientes que tienen enfermedades terminales, sientes mucha tristeza».
María Francisca insiste en que «he sido muy feliz en mi trabajo» y por eso no duda en aconsejar a las nuevas generaciones «que sean humanas, que estén muy seguras de lo que hacen, buenas profesionales que pongan todos los medios para no hacer sufrir a los pacientes, que sean empáticos con las familias y se pongan en el lugar de los demás».
Un decálogo de recomendaciones tras el que no quiere desaprovechar la oportunidad de agradecer a la empresa «todos los años que he vivido allí, con un 99% de momentos buenos. gracias a ellos he podido desarrollar mi vida laboral, he tenido un futuro profesional y he podido criar a mis hijos». Paqui tiene dos hijos varones «y ninguno de ellos se ha dedicado a la enfermería».
Confiesa que tiene mucho carácter «pero también soy muy llorona». Por eso dijo a sus compañeros de trabajo que no quería despedidas, que en su último turno antes de la jubilación, le tocó la noche. «Salía a las 7 de la mañana y estaba decidida a irme sin despedirme de nadie, salvo de las tres o cuatro personas que tenía cerca. Entonces sonó un timbre de una habitación y cuando fui, pensando que era un paciente, me encontré a todos mis compañeros que habían ido a despedirme. Me emocioné y lloré». Y se le humedecen los ojos al recordarlo.