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Una caída al año es una alerta

Alzhéimer de León implanta un programa específico para detectar a los usuarios en riesgo de sufrir caídas y prevenirlas

Un usuario de alzheimer León.RAMIRO

León

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Si tiene 65 años o más y ha sufrido una caída en el último año, aunque no haya tenido consecuencias importantes para su salud y calidad de vida, acuda al médico. «Es una señal de alarma que no hay que ignorar». 

El Centro de Referencia de Alzéimer de León ha puesto en marcha un programa de atención a los factores de riesgo de las caídas de los usuarios del centro. El programa consiste en la identificación de las personas que han sufrido caídas en el último año y la intervención con un programa específico de ejercicio físico.

Jesús Martínez González, educador físico deportivo; Ana Pedriza García y Paloma Gómez González, terapeutas ocupacionales, han diseñado una rutina de ejercicios basados en el equilibrio y la fuerza que se desarrolla en tres fases con una duración cada una de ellas de entre 18 y 20 semanas y una media de 2 ó 3 sesiones de 60 minutos por semana. En la primera fase participó un usuario, tres en la segunda fase y cuatro en la tercera.

Un usuario de Alzheimer León.RAMIRO

Los resultados del programa evidencian los beneficios que tiene realizar ejercicio físico y de fuerza a cualquier edad, independientemente de que nunca antes se haya hecho ninguna actividad física.

«La primera persona que participó en la primera fase de programa logró dejar de estar en riesgo con sólo un mes de ejercicio. Mejoró su equilibrio, su potencia y su agilidad y pasó de estar en riesgo a no tenerlo». 

Los profesionales que llevan este programa siguen los criterios de evaluación de Short physical performance battery, un instrumento que puntúa tres aspectos de la movilidad como el equilibrio, la velocidad de la marcha y la fuerza de los miembros inferiores; así como TUG (Time Up and Go), que evalúa el equilibrio, la fuerza de miembros inferiores y el riesgo de caída. Estudios y guías sobre ejercicios que están implantados en 31 universidades y otros sobre caídas que siguen otras 72.

Las estadísticas

En España, uno de cada tres mayores de 65 años se cae una vez al año. Entre los mayores de 80 se caen al año uno de cada dos y la mitad se vuelven a caer en el mismo año. El 50% de las personas mayores que han sufrido una caída no recuperan su nivel previo, lo que supone el inicio de la discapacidad.

«Comenzamos con un usuario al que detectamos que había sufrido un declive en su estado físico desde el año 2021 a noviembre de 2022». El primer ejercicio es permanecer en estático y poner un pie delante de otro para mantener el equilibrio. «Los resultados del primer mes animaron al equipo a continuar con la intervención con más ejercicios físicos. «En las siguientes catorce semanas logró bajar al suelo y levantarse y velocidad en la marcha».

Usuario de Alzheimer León.RAMIRO

En la segunda fase, con ejercicios para completar veinte semanas, se incorporaron otras dos personas al proyecto. «Obtuvimos los mismos resultados que con la primera persona. Para la selección siempre tenemos en cuenta la disponibilidad y la motivación, además de que hubieran tenido una caída en el último año, capacidad para atender órdenes y memoria inmediata»,

En la tercera fase del proyecto continuaron tres de las cuatro personas que habían colaborado hasta ese momento. «La cuarta la dejamos para que siguiera haciendo los ejercicios que se hacen todos los días en sala, pero no los específicos del programa. Queríamos ver si al dejar de hacer los ejercicios específicos perdían lo que habían recuperado o se mantenían». El resultado es que una vez que se disminuye la intensidad de los ejercicios, vuelve a caer la fuerza y el equilibrio. «Estamos en un estudio piloto y queremos incorporar a más personas en un futuro porque sabemos que con una rutina de fuerza y de equilibrio mejora la salud física».

Ahora el equipo rediseña los objetivos en función de los resultados obtenidos. «Queremos volver a incorporar a las personas de la fase 2 porque hemos visto que han perdido capacidades cuando dejan la rutina planificada en el proyecto, aunque sigan con los habituales en la sala y también ajustar los ejercicios que se hacen en sala».

Las personas que participan en el proyecto tienen diferentes capacidades cognitivas. «Con estas sesiones no sólo vemos que hay mejoran a nivel físico sino que se motivan unos a otros y mejoran en todos los sentidos».

La incorporación de nuevos usuarios vendrá precedido de un diseño de ejercicios «para que sean viables», una visión más funcional para que puedan realizarlos por su cuenta.

El programa tiene también una parte de concienciación. «Con una caída se ve afectada la independencia de las personas porque puede verse afectada su funcionalidad en el día a día, como vestirse solos. Es muy importante tanto para ellos como para sus cuidadores. Las caídas son una señal de alarma. Siempre hay algo detrás que las provoca, una infección, un mal ajuste de la medicación, problemas cognitivos, pueden ser muchas cosas, por eso no hay que minimizar ni ocultar nunca una caída. Es muy importante avisar porque se puede tratar la causa y evitar las caídas».

Los profesionales del proyecto, Jesús Martínez, Ana Pedriza y Paula Gómez, instan a las familias a «eliminar la sobreportección». «Hay que eliminar también el sentimiento de culpa que tienen muchos cuidadores cuando se les cae la persona que cuidan porque creen que no los han atendido bien. Contarlo evita la dependencia o tener que recurrir después a las sujeciones más allá de lo necesario».

Muchos de los factores que provocan las caídas son reversibles. «Actuamos con ejercicio, función cognitiva, riesgo ambiental y actividades en la vida diaria, así como el estado nutricional por si hubiera carencias de vitaminas o proteínas». Una reacción que debería ser igual a la que toman los médicos cuando un paciente acude a la consulta con fiebre. «Si vas al médico con fiebre indaga para saber cuál es la razón. Lo mismo hay que hacer con las caídas. Hay que romper prejuicios con la vejez, incluso con la demencia. Si cada vez ven más limitados sus movimientos, si hay un sentimiento de sobreprotección excesiva, la fragilidad aumenta. Ese exceso de protección les anula, les quita responsabilidades y aprenden a ser mayores. No hay que infantilizar a los mayores ni ser víctimas del edadismo».