Scuderia Ferrari Homenaje a la fibra de carbono
Coincidiendo con el G. P. de Italia de F1, disputado en el icónico circuito de Monza este pasado fin de semana (1º Leclerc, 4º Sainz), la Scuderia Ferrari rindió culto a la fibra de carbono. Un material que, en las últimas décadas, se ha enseñoreado de las carreras… y de los coches de calle
J. F. Z.
Ligereza… y resistencia. Producida por primera vez el año 1958 en Estados Unidos, posteriormente desarrollada en el Reino Unido y Japón, la fibra de carbono debutaría en la Fórmula 1 de la mano de John Barnnard en Inglaterra. En 1982, la Scuderia Ferrari comenzaría a utilizar paneles de fibra de carbono para reforzar el chasis de aluminio del monoplaza 126 C2. La temporada siguiente, el nuevo 126 C3 se convertiría en el primer coche de carreras construido en Maranello con un monocasco en fibra de carbono: tercera posición de Patrick Tambay, antes del triunfo de René Arnoux en Alemania. Consecuencia: aumento exponencial del uso de la fibra de carbono en la Fórmula 1.
A medida que perfeccionaba su técnica productiva, la fibra de carbono optimizaba su peso, de forma que sustituiría paulatinamente a la fibra de vidrio en las carrocerías, además de utilizarse también en los discos de freno, las estructuras protectoras contra impactos delanteros, laterales y traseros, y hasta en algunas piezas del motor; incluso algunos brazos de suspensión metálicos, utilizados hasta 1994, pasaron gradualmente a producirse en fibra de carbono. Lo mismo que ocurre actualmente con la columna de dirección y el asiento del piloto, merced a la flexibilidad del material, que se moldea en torno a la forma del conductor.
El comienzo del nuevo milenio, traería aparejada una mayor presencia de la fibra de carbono en la mayoría de componentes de los monoplazas: brazos de suspensión y dirección (2001), pedales de freno y acelerador, también modelados con la forma de los ‘zapatos’ del piloto. A partir de 2003, la carcasa de la caja de cambios —generalmente de aluminio— cambió a una combinación de titanio y carbono, y totalmente de carbono desde 2014.
También la fibra de carbono revolucionó las posibilidades aerodinámicas de los alerones y demás elementos similares, acabando por crear una carga aerodinámica y unos vórtices capaces de ‘clavar’ el coche a la pista… a la búsqueda de aumentar la velocidad, aunque algunos de esos elementos resulten difíciles de detectar a simple vista.
De la pista… a la calle. Como suele ocurrir con las innovaciones tecnológicas inicialmente experimentadas en competición, también estas acaban en la producción de serie, sobre todo en los modelos «superdeportivos»: el alerón zaguero del Ferrari SF90XX Stradale es un buen ejemplo de esa ‘traslación’, capaz de producir 315 kilos de carga aerodinámica a 250 por hora.
Si la fibra de carbono ha tomado carta de naturaleza en los coches de carreras, otro tanto —o casi— sucede las prendas utilizadas por los pilotos de la Fórmula 1.
En la noche de los tiempos, en los albores de las carreras, el casco —poco más que una ‘chichonera’ entonces— ni siquiera era obligatorio; no sería hasta la década de los 50 cuando Bell introdujese un casco específico para las competiciones. La firma estadounidense también fue pionera en la producción del casco «integral» —imprescindible desde hace décadas—, estrenándolo Dan Gurney en 1968. En 1991, Bell fabricó los primeros cascos con aramida y fibra de carbono, así como el primer casco homologado —norma 8860— por la FIA (Federación Internacional del Automóvil), entidad que en 2003 instituiría la obligatoriedad del soporte cabeza/cuello, el popularmente conocido «HANS», para la Fórmula 1: un collarín de fibra de carbono, fijado a los laterales del casco, que limita el peligroso movimiento del cuello —‘golpe de conejo’, ya saben— en caso de impacto, reduciendo las posibles lesiones en la cabeza y la columna vertebral.
Inventado por el doctor Bob Hubbard, y utilizado inicialmente en las carreras estadounidenses de la NASCAR e Indycar, el «HANS» es ahora prácticamente obligatorio en la inmensa mayoría de especialidades deportivas automovilísticas por encima del karting y las carreras de clásicos.
Distintas… tonalidades. Para el G. P. de Italia, Charles y Carlos han utilizado unas versiones especiales de sus habituales cascos Bell, con la fibra de carbono al descubierto entre el rojo y un llamativo amarillo que ya pudo verse —este último color— en los últimos años en la pista de Monza, incardinado con el propio color de la bandera de la ciudad italiana, que fue elegido por el Commendatore Enzo Ferrari como fondo del icónico ‘Cavallino Rampante’, regalado a Enzo por la familia del as de la aviación italiana en la I Guerra Mundial, que Francesco Baracca lucía en el fuselaje de su avión de caza.
Los monos de los pilotos también han lucido un aspecto de carbono, como las camisetas, gafas y zapatillas en negro y amarillo.
En suma, todo un histórico homenaje a un material, la fibra de carbono, que ha revolucionado, por seguridad y efectividad, el automovilismo deportivo.
La Scuderia Ferrari saldó el agasajo con el triunfo ‘en casa’ de Charles Leclerc y la cuarta posición de Carlos Sainz.