Que hablen de tu stand, hasta bien

El stand de Castilla y León es de premio. En eso están de acuerdo sus defensores y sus detractores. Estos últimos seguro que querían darle el premio al más feo de Fitur. Pero no existe esa categoría. En cambio, los que lo defendían tampoco es que lo hicieran apasionadamente. Pero en un país de concurso, como España, un premio da que hablar. Y resultó que, al final, los expertos, un comité formado por arquitectos, empresarios y demás profesionales del sector, se quedaron con la copla del cartón y eligieron el stand castellano y leonés como el mejor. Ese es el dato. El resto, para gustos se hicieron los stands.

Y este en concreto tiene varias ventajas: puede ocupar un espacio versátil, más cuadrado, rectangular, más grande, pequeño, alargado, alto, bajo-¦ El material con el que se han creado las zonas de descanso, de reunión, los mostradores de exposición de las diferentes instituciones agrupadas en el stand, todo es reciclable. Los elementos que lo forman, son de hecho material reciclado. Por lo que la agresión al medio ambiente es la menor, seguro, de todos los presentes en Fitur.

En la parte humana, hay chicos y chicas en bicicletas, lo cual no queda muy claro para qué, salvo para la vistosidad del evento. Y circulan, lo mismo que la gente, entre los palés que forman mostradores y estanterías en los que se disponen los miles de catálogos y folletos que vuelan por Fitur.

De tanto despertar odios y adhesiones, la lección de este año es clara: el stand es un lugar para estar, presentar y ofrecer producto. Y si da que hablar, mejor. En Fitur, Castilla y León repitió el stand de Intur, que de eso se trata.

Pero, como ahora tiene un premio tan importante como es el que otorga Fitur, se le puede criticar sin sentirse un traidor a la causa turística. Es interesante, sorprendente. Pero de tan incómodo que resultan sus sillas, taburetes, mesas y demás, escapar de allí siempre es un sueño. Y esto queda dicho por la gente, potenciales visitantes, que, por curiosidad, afinidad sentimental, incluso procedencia, pasaban por allí y, en cuanto podían, decían: «Qué incómodo, vamos a sentarnos a Galicia». Que, como la vida misma, queda al lado de León. Y les daban una botella de agua mineral gallega y un poquito más allá, un albariño y una tapiña. Todo, con piropo. Gratis total.

Lo de que sea feo el stand es otro tema. ¿Desde cuando tienen que ser bonitos? Es más, ¿cómo se mide la belleza de un stand?

Por el de Castilla y León pasó mucha gente ayer, porque la comitiva de Juan Vicente Herrera siempre es numerosa. Poco se vio de León, salvo a Isabel Carrasco.