Reportaje | s. c. anuncibay
Sin el aval de la paciencia
Casi todos los vecinos respaldan el nuevo proyecto tranviario que incluye a Feve, pero pocos confían en verlo terminado
El alcalde de León, Francisco Fernández, y el presidente de Feve, Ángel Villalba, llegaron ayer al Centro Cívico Ventas Este con un pan debajo del brazo. El tren-tram se presentó como la aguja que cose cualquier herida, incluso la más profunda, la que sangra desde hace décadas porque nadie quiso poner la venda.
Las vías de Feve son para muchos vecinos la costra colmada de paciencia. Pocos son los que creen ya en las palabras y los discursos políticos. Sólo quieren hechos; están cansados de promesas.
Pero aún así mantienen la esperanza de que algún día cicatrice la herida y la vía métrica abra el telón de acero para dejar paso al desarrollo de estos barrios. Ayer quedó demostrado. Más de un centenar de personas abarrotaron el salón de actos del centro cívico para conocer los pormenores de un proyecto que, de ejecutarse, daría cumplida respuesta a la reclama de 50.000 leoneses.
Pocos aplaudieron al Ayuntamiento, aunque la mayoría respaldó la integración que propone. «Llevamos mucho tiempo incomunicados y a eso no hay derecho», interpeló una de las vecinas durante el turno de preguntas. Fernández pidió paciencia para llevar a puerto la solución que ahora se gesta y recordó que el Inteco, por ejemplo, no se hizo en un día, «pero hoy es una realidad».
Algunos vecinos exigieron conocer los plazos, pero no hubo asiento en las respuestas de Villalba, Fernández o Francisco Gutiérrez. «Eso corresponde al ministro», contestaron. Hubo quien felicitó al consistorio por acordar con Feve el nuevo desarrollo tranviario. Casi todos aplaudieron la concepción virtual del proyecto, pero pocos confiaron en que, al final, se lleve a término.
Hubo incluso un grupo de unas 25 personas que optó por abandonar la reunión al conocer que la pasarela que estaba proyectada en La Asunción no se iba a construir. El regidor y Villalba explicaron que con la integración no será necesaria. La justificación no convenció a estos vecinos, que dejaron la sala con gritos y silbidos.