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León

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La andanada | cerecedo

L a Mesa de las Cortes no suele tener buena mano a la hora de fijar la fecha de los debates más importantes del Parlamento Autonómico. En los últimos años rara ha sido la vez que el Debate sobre el Estado de la Comunidad no ha coincidido con festividades tan señaladas como San Juan o San Pedro, ello con el lógico malestar de los procuradores privados de disfrutar de esas celebraciones. Ayer simplemente era Martes de Carnaval.

Sea por lo que fuere, la presunta expectación levantada la sesión, que arrancaba con la comparecencia solicitada por el presidente de la Junta para presentar la llamada Agenda sobre la Población, no se reflejó demasiado ni en la tribuna de los invitados, donde estaban más o menos los de siempre, y menos aun en el graderío superior, ayer, vaya por Dios, completamente despoblado. La verdad es que los ausentes no se perdieron gran cosa, ya que el debate no respondió ni de lejos a las expectativas.

En realidad el presidente de la Junta no compareció ayer con ningún programa ultimado, sino con una sucesión de propuestas e ideas no articuladas, carentes de calendario para su aplicación y sin coste cuantificado. Una especie de borrador que el gobierno autonómico abrirá durante las próximas semanas a la participación de los grupos parlamentarios, agentes económicos y sociales, sindicatos agrarios y demás entidades y colectivos interesados en realizar sus aportaciones. A expensas de ese proceso de consultas, la pretendida Agenda no existirá como tal hasta el próximo mes de abril.

Esa falta de concreción lastró un debate ya de por sí muy condicionado por un formato que deja en manifiesta inferioridad a la oposición, con un solo turno por tiempo tasado frente a los turnos a discreción y por tiempo ilimitado otorgados al presidente de la Junta. Por lo demás, la posición de Herrera ante el problema de la despoblación fue un «deja vu», obstinándose una vez en reconocer lo que la portavoz socialista, tomando el título del famoso documental sobre el cambio climático, calificó de «verdad incómoda». Frente a la batería de propuestas esbozadas por la Junta -”que, la verdad, a uno le suenan a más de lo mismo, o sea a mera formulación de buenas intenciones-” el grupo socialista se descolgó proponiendo la elaboración de una Ley integral que aborde el problema de la despoblación de forma transversal y con un mapa de comunidad que fije territorialmente las prioridades.

Agotada la confrontación entre Junta y oposición, le llegó su turno al portavoz del grupo mixto, Joaquín Otero, quien, desde el limbo político en que se encuentra tras su salida de la UPL, expresó su escepticismo sobre la disponibilidad de recursos para financiar la futura Agenda. Junto a ello se interesó sobre la situación del Plan de Convergencia Interior en su anualidad del 2010, sobre cuyo contenido sigue sin saberse absolutamente nada.

Otero protagonizó la anécdota del debate al culminar su turno anunciando su aportación personal para resolver el problema demográfico: «He tomado la decisión de contribuir al crecimiento de la población como padre de una nueva habitante de esta comunidad autónoma». El procurador anunciaba así su inminente paternidad, hecho por el que fue inmediatamente felicitado primero por el presidente de la Cámara, José Manuel Fernández Santiago, y a continuación por Juan Vicente Herrera. La buena nueva anunciada por Otero fue sin duda lo mejor de un debate que por lo demás no pasará con letras mayúsculas a la historia parlamentaria.

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