«Aquí hay una alternativa dispuesta a gobernar»
Espoleado por el ala más dura de su partido, que le animaba a pedir la dimisión del presidente del Gobierno, Rajoy se enredó finalmente en un amagar y no dar que Zapatero no dudó en utilizar en su contra.
En lugar de ir por la vía directa, el popular planteó un jeroglífico con tres soluciones: el de la rectificación de sus políticas, el adelanto de elecciones propuesto de una forma un tanto enrevesada, pero que arrancó grandes aplausos -”«estoy convencido de que usted no va a ejercitar su prerrogativa constitucional de disolver las Cámaras aunque aquí hay una alternativa dispuesta a gobernar», dijo-”, y, finalmente, una propuesta muy atípica. Rajoy pidió a los diputados socialistas que invistan a otro presidente, que manden a Zapatero a casa.
La sugerencia fue recibida por el jefe del Ejecutivo como una declaración de impotencia. «Hemos descubierto -”ironizó-” que la principal alternativa es que mis compañeros hagan lo que usted no ha sido capaz de hacer que es ganar las elecciones». No paró ahí. «Si tiene valentía y coraje -”retó-” presente una moción de censura».
El líder de la oposición replicó desarmado: «Si yo tuviera los votos y de mí dependiera, tenga la certeza de que usted no estaría sentado aquí».
Como el presidente no vio gran predisposición en Rajoy, empleó su alocución final para insistir en sus ofertas de diálogo.